Desde el año 2017, existe en el mundo una nueva manera de vender el arte mediante nuevas plataformas virtuales: las NFT o No Fungible Tokens. Este tipo de “transacción” utiliza la misma tecnología que los bitcoins para respaldar una propiedad a través de un intercambio monetario, aunque este sea exclusivamente virtual.
NFT es único e irrepetible, tiene un código que lo autentica como original e intercambiable, tal y como una obra de arte original. Es decir que ahora los artistas tenemos la posibilidad de vender no solo piezas físicas de nuestra obra, sino solo la imagen de la obra original física. Así es, el arte ahora pasa del plano meramente físico a la posesión virtual de una obra.
Y aunque no lo creas, existen varios coleccionistas y artistas en esta modalidad. Hace algunas semanas, la casa de subastas Christie’s vendía una obra digital del artista Mike Winkelmann, mejor conocido como Beeple, por 58.5 millones de euros; un collage de 5 mil imágenes bajo el título Everydays. Esto lo convierte como uno de los tres artistas vivos más cotizados del mundo. La obra, solo existe en el ciberespacio.
Algunos otros artistas digitales que ya navegan por los NFT son Javier Arrés y Andrés Reisinger ambos españoles, quienes han incursionado en el arte vendido en forma digital.
Algunas páginas de venta de NFTs también ofrecen, además de la obra virtual, la posibilidad de tener la misma obra en físico, así como los derechos de autor para la reproducción total o parcial para fines comerciales. El derecho de autoría internacional, está en serios problemas.
Algunas personas podrán decir que el arte se ha denigrado a una serie de bits dentro de una computadora o que el arte se ha vuelto más comercial, aún más que en los tiempos del arte pop de los 60 del siglo pasado, pero yo creo que como lo expuse al principio, el arte se adapta, permea y evoluciona. Adaptarse o morir, hoy más que nunca es ley evolutiva.