Te puedo decir que una de las principales causas de estrés es la sensación de desorden legal y falta de respaldo jurídico. Cuando no sabes qué tienes firmado, qué te falta o qué riesgos legales enfrentas, tu mente no descansa.

En mi caso particular, considero que no he tenido toda la información completa de lo que quiero hacer o lograr en mis negocios, y eso me ha traído muchas implicaciones económicas. Y es que toda empresa debería contar, desde sus inicios, con una asesoría tanto administrativa como legal para garantizar el buen funcionamiento interno y externo.

Muchas veces arrancamos negocios de manera intuitiva, lo cual no quiere decir que este mal, pero no siempre lo complementamos con investigación formal. Así, el emprendedor suele resolver cuando aparece el problema, en lugar de anticipar y planificar los siguientes pasos.

Por ejemplo, en el caso de la propiedad intelectual, muchas veces creamos marcas, pero no las registramos, o bien, no hacemos una búsqueda fonética para evaluar la viabilidad del nombre a largo plazo. Y es que, generalmente no consideramos la importancia de registrar la marca y su aceptación en el mercado.

Asimismo, en las sociedades mercantiles, es de gran relevancia conocer los términos legales, aprender a conocer a tus socios, elaborar actas constitutivas, contratos y permisos, así como administrar consejos y bienes para un óptimo funcionamiento.