La transformación digital ha venido para redefinir el trabajo, la sociedad y la ética.
Después del lanzamiento de varias plataformas de inteligencia artificial en el último año, ha habido dos posturas importantes y radicales en este tema: las personas que piensan favorecerse de la IA en sus negocios ayudándose a crecer, y las personas temerosas a este salto que no solo es tecnológico, sino también social, ya que existen diversas implicaciones que afectarán, ya sea positiva o negativamente a diversos sectores.
Estos son algunos de los peligros que advierten incluso algunos de los grandes gurús de esta tecnología disruptiva:
- La propagación masiva de desinformación y su mal uso.
- Eliminación de empleos, desmotivación de colaboradores y generadora de inestabilidad.
- Responsabilidad dudosa y amenaza para la ciberseguridad.
La inteligencia artificial es capaz de generar imágenes instantáneas falsas de líderes políticos o empresariales y también de imitar la voz de cualquiera. Esta característica en manos de personas inadecuadas puede tener graves consecuencias hasta para el sistema político de un país.
Por otra parte, puede generar perjuicios irreparables para las empresas al ver empañada su imagen de marca por una campaña en contra creada por cualquiera con acceso a las herramientas de IA adecuadas.
Sin embargo, en materia de avance, muchas empresas han hecho uso ya de aplicaciones como ChatGPT, plataformas de creación de contenido, soluciones informativas como bots de seguimiento a clientes, por mencionar algunos. Ahora, también es posible hacer predicciones en marketing de ventas con determinados productos y servicios, así como hacer recomendaciones personalizadas a los clientes basados en elecciones anteriores.
En el transporte, la aplicación de la inteligencia artificial ayuda no solo a optimizar las rutas tanto en tiempo como en consumo energético, también permite reducir los accidentes en carretera, anticiparse a posibles problemas al predecir la necesidad de mantenimiento del vehículo con antelación y planificar las rutas de transporte según la demanda y la capacidad, entre otras ventajas.
Además, ya es una parte fundamental de los vehículos eléctricos, de modo que permite gestionar y transmitir los datos entre distintos dispositivos conectados. En fin, podemos seguir enlistando el panorama positivo y negativo de esta implementación, pero lo que sí es un hecho es que no lograremos un equilibrio en los próximos años hasta cuando hayamos experimentado más desarrollos, sus consecuencias y, sobre todo, su verdadera utilidad para la sociedad.