Los encarecimientos y afectaciones a la industria restaurantera

La reciente ola de calor no solo ha sido soportar temperaturas sofocantes que, en algunos casos, han superado los 35 grados centígrados, sino que también ha traído consigo sequías y escasez de agua. Esta situación ha agravado diversos problemas, entre ellos los que afectan directamente a la industria de alimentos y bebidas.

Y me refiero a la alteración en la oferta y demanda de ciertos productos, lo que ha provocado un aumento significativo en el precio de insumos básicos que usamos a diario, como el cilantro, el chayote, el frijol, la naranja y, en general, en toda la industria de bebidas en México.

Un ejemplo claro es el cilantro, cuyo precio por manojo ha pasado de un promedio de 50 pesos a casi 300 pesos. Esto ha obligado a buscar alternativas que lo sustituyan, como el perejil, especialmente en negocios como las taquerías.

Por otra parte, un problema global al que nos estamos enfrentando es a la producción de la naranja, por ejemplo, en Estados Unidos se ha registrado la producción de naranja más baja en los últimos 100 años, lo cual también se ve reflejado en el precio de esta fruta.

No podemos dejar de lado el frijol, una de las bases de la alimentación mexicana, el cual aumentó su precio casi un 25% durante el mes de junio. En el estado de Chihuahua, uno de sus principales productores se perdió 33% de hectáreas de esta legumbre.

Estamos ante una evidente situación complicada, esperemos que la próxima temporada de lluvias pueda ser mejor y poder tener más producción de este tipo de alimentos, por lo pronto todos podemos hacer desde nuestra trinchera un poco para poder ayudar al planeta en estos tiempos tan difíciles.

Si bien la sequía y el calor son fenómenos naturales, el cambio climático está intensificando sus efectos. Las temperaturas más elevadas y la disminución de las precipitaciones son cada vez más frecuentes, lo que agrava la situación.

Es crucial que asumamos un papel activo en la conservación del agua y el cuidado del medio ambiente para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo. La unión entre consumidores, productores y autoridades será clave para superar este desafío y construir un futuro más sostenible.

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