Mariana Torres Landa es una emprendedora apasionada que ha encontrado en Chilcuague un proyecto que hace homenaje a sus raíces. Con una trayectoria marcada por el compromiso y la dedicación, se ha abierto camino en la industria de la hotelería y turismo así como la de vinos y licores. Su historia refleja una determinación inquebrantable y un profundo amor por la tradición familiar, impulsando así el legado de Chilcuague hacia nuevos horizontes.

“Cuando me propongo algo, hago todo lo que está en mis manos para lograrlo”

MARIANA, PLATÍCANOS UN POCO SOBRE TU TRAYECTORIA.

He estado involucrada en los negocios familiares desde hace casi 11 años. Siempre he tenido la inquietud de trabajar y me esfuerzo por lograr mis objetivos. He tenido experiencias en el extranjero para aprender un tercer idioma, certificaciones en Finanzas y acreditaciones en mi carrera. Además, nuestra familia se dedica a los negocios inmobiliarios, tanto desarrollos residenciales como industriales.

Con el tiempo comenzamos a diversificarnos a la rama hotelera hace más de 15 años con Huasteca Secreta, un complejo de hoteles inmersos en la belleza natural de la región huasteca, proyecto en el que recientemente se me nombró directora general, así que ahora también llevo la dirección de proyectos de la rama turística y de servicios y/o productos de la familia.

HÁBLANOS MÁS SOBRE CHILCUAGUE. ¿QUÉ TE MOTIVÓ A EMPRENDER ESTE PROYECTO?

Mi hermano Juan Ignacio me propuso el proyecto después de que mi papá falleció. Vi en Chilcuague una pasión que estaba buscando y decidí adentrarme en él. Este destilado, pionero en su propia categoría, es una magia que está directamente relacionada con todos los sentidos, sobre todo con nuestras raíces, de todas las vivencias que tenemos como humanos y que nos hacen ser las personas que hoy somos.

DESDE TU EXPERIENCIA, ¿QUÉ HACE ESPECIAL A CHILCUAGUE?

Fíjate que en los primeros años de la marca, su venta era meramente casera, por así decirlo. El producto se embotellaba como era tradición en mi familia y lo vendíamos a amigos con centros de consumo. La clave de todo fue mi mamá, porque ella fue quien registró el nombre y nos impulsó para iniciar de manera formal.

Dos buenas amigas me ayudaron con el branding, y pudieron captar muy bien la narrativa de Chilcuague y la tradición familiar que surge en los años 60 con mi abuelo Juan José. Además, decidimos integrar la firma de mi papá como sello de la marca, y es que Chilcuague desde un inicio y para toda la vida, será un homenaje a él, a quien perdimos en el año 2013.

¿CUÁL FUE EL MAYOR DESAFÍO AL ASUMIR RESPONSABILIDADES EN CHILCUAGUE?

El mayor desafío sigue siendo hasta ahorita, crear la propia categoría de Chilcuague y posicionarla como la primera bebida sensitiva. Tomando en cuenta que la industria del alcohol puede llegar a ser sumamente competitiva y tiene prácticas monopólicas por las grandes casas internacionales que acaparan el mercado y lo acostumbran a cerrarle las puertas a marcas “en crecimiento”. ¿Qué estrategias han creado para generar un vínculo emocional con los consumidores?

La historia por sí sola genera una afinidad entre el consumidor y Chilcuague. La estrategia que hoy nos funciona bastante bien, es enfocarnos en micro activaciones con un número de personas limitado para realizar catas y maridajes de la mano con la gastronomía, en donde podamos expresar el mensaje de Chilcuague asertivamente.

¿QUÉ DISTINGUE A CHILCUAGUE DE OTROS DESTILADOS EN EL MERCADO?

Lo que te hace sentir. Más que un destilado, la raíz de oro es nuestro principal enfoque. Los atributos y bondades que te da esta planta es la que realiza la magia dentro del destilado de agave y convierte un simple tequila en la bebida más única que se ha visto.

¿CUÁLES SON TUS PRÓXIMOS PLANES?

Captar al consumidor del perfil Chilcuague y compartir esta magia que ya existe y está lista para ser descubierta. Por tal motivo, nos encontramos planeando activaciones continuas en centros de consumo de Ciudad de México.

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