Solución es una palabra que amerita análisis profundo… comencemos por identificar que una solución no necesariamente ha de buscarse en el momento que observamos que hay una comunicación deficiente entre las partes involucradas o que definitivamente se ha perdido esta comunicación. 

Tampoco ha de esperarse que las situaciones avancen, evadiendo nuestra responsabilidad de atender el asunto a los primeros síntomas; en analogía con la medicina, es equiparable a evitar poner atención a un “síntoma” sin acudir al médico, ni realizar estudios de laboratorio, por ejemplo.

En el tema legal sucede algo similar. Es decir, si detecto que algo no me hace sentido o definitivamente lo desconozco, es momento de acudir con el especialista legal del tema en concreto que nos ocupa, reitero, especialista legal del tema en particular, ya sea escolar, familiar, fiscal, arrendamiento, por mencionar algunos.

Por lo que, si aún eres de las personas que piensa que demandar es la única solución legal a tu situación, te invito a reflexionar en atender lo que te está haciendo “ruido” en la cabeza con total oportunidad antes de pensar en iniciar una demanda.

La mayoría de los casos se solucionan sin accionar órganos jurisdiccionales, tribunales y operadores del sistema judicial. Con grandes beneficios como:

  1. En corto tiempo
  2. Menor inversión
  3. Gastos mínimos o nulos
  4. Sin desgastar las relaciones personales y/o comerciales

Por tanto, analiza si la decisión que piensas es una “solución legal” como demandar, realmente dará “solución” a tu situación. Pregúntate:

  1. ¿Realmente voy a recibir el dinero que me deben después de concluido el juicio?
  2. ¿Cuál es el costo – beneficio de transitar por un procedimiento judicial?
  3. ¿Qué garantías “reales” tengo de lograr lo que pretendo?
  4. ¿El litigante me puede garantizar al 100% que obtendré lo que busco?
  5. ¿Acudí con el especialista legal en el tema que me ocupa?
  6. ¿Analicé las diferentes opciones de solución antes de demandar?

 

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