Por María Segovia

La autodisciplina es una manera sistemática de hacer las cosas, así como la constancia para lograr un objetivo. Empieza desde la elección y la perseverancia para la repetición. Una persona disciplinada es descrita como aquella que lleva a cabo una tarea en un tiempo estipulado y de un modo ordenado.

El patrón a seguir es el siguiente: una intención seguida por un comportamiento, luego un hábito que necesita práctica que con el tiempo modelará quién eres. La disciplina de los hábitos es lo que genera un resultado en conducta y forma de llevar la vida. Pero, ¿cómo empezar? Dice James Clear, autor del libro Hábitos Atómicos, que en lugar de cambiar demasiado en poco tiempo hay que empezar con un hábito pequeño que sea fácil de realizar y sobre todo sostenible.

Esto te permitirá desarrollar la disciplina necesaria para crear hábitos grandes y complejos con el tiempo. El método de este autor se diferencia de otros que hayas podido probar en el hecho de que no se centra en el resultado, sino en el proceso.

Un elemento clave es la consistencia. Tratar de realizar el hábito a la misma hora todos los días y evitar saltarte días. La repetición hará que se convierta en una parte natural de tu vida.

Para comenzar a plantearte hábitos, es importante hacer un esquema de qué parte de tu vida quieres modificar y cuál es tu motivación principal. Por ejemplo, si quieres correr un maratón deberás de comenzar en revisar tu cuerpo, tu calidad de sueño, cómo tienes distribuido tu día para hacer un espacio al entrenamiento, tanto en horario como espacio físico, cómo revisarás la alimentación, etc.

Al hablar de disciplina y hábitos, no importa cuánto hagas sino cómo lo hagas. Vale más tener 3 hábitos bien arraigados que te lleven a resultados contundentes que tener 10 cosas medio bien hechas, a medias o sin continuidad.

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