Dada las condiciones de crisis planetaria por el calentamiento global y las pandemias por venir, es indispensable el reemplazo del actual paradigma de salud y economía, de ausencia de enfermedades y de competencia desleal, por una autoconciencia humanística que actúe en un ámbito integral del bienestar humano, apostando al cuidado colectivo.

El enfermo pasivo y lleno de achaques cambia por un ciudadano que se cuida, hace ejercicio y conoce el buen comer y además cuida a los cercanos. Una búsqueda de salud activa y permanente, pues la salud y la economía relacionadas al cuidado del planeta constituirá a través de una buena arquitectura un medio para la pervivencia humana.

Por lo tanto, tenemos que tomar otro camino con las inversiones públicas hacia nuevos paradigmas sostenibles, con una remuneración justa en el trabajo de cada ciudadano ligada a una salud preventiva y una arquitectura diseñada para el cuidado humano, en un camino hacia la resiliencia.

Dicha arquitectura ligada a una bioconstrucción en el equilibrio de entorno y paisaje, materiales reciclables y arquitectura que cuide el ambiente favorable para el cuidado humano. Además, aunada a la neuroarquitectura, para la búsqueda del cuidado de las inteligencias emocionales de las personas y su equilibrio mental.

El arquitecto Vitrubio reflexiona el espacio arquitectónico como una continuidad del espacio natural ligado a la salud que provocaban sus ambientes espaciales con relación al clima. 

 

El arquitecto del siglo XIX evita el hacinamiento conformando una nueva gestión de la salud, y en la actualidad la búsqueda se centra en espacios libres sin compartimientos, con paredes lisas y ventanales de piso a techo para incorporar un flujo de aire pertinente y la luz solar. Así, Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, el Premio Pritzker del 2021, optan por no demoler la arquitectura vieja, sino reciclarla para el cuidado planetario. 

Sí buscamos una salud económica y humana de prosperidad comunitaria y planetaria, donde cada arquitectura eficiente abogue por un cuidado humano, salvando de sus enfermedades al entorno natural y social, lograremos un sistema que sana y preserva la vida humana, donde cada persona comparta generosamente sus cuidados de sí a los otros.

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