El Tíbet, mejor conocido como “el techo del mundo”, se encuentra aislado en la meseta más alta y grande del globo terráqueo. Es el sueño de todo viajero que busca  una aventura en la naturaleza más pura.  La cultura y las personas que viven en esta tierra son razones para que visites y te aventures por el Tíbet al menos una vez en la vida.

En esta ocasión, me gustaría compartir contigo la gran aventura que pude vivir al conocerlo. Todo comenzó en cuanto aterrizamos a Lhasa, la capital. De inmediato sentimos que estábamos en un mundo completamente diferente. La altura empezó a hacer estragos, ya que está a 3 mil 656 metros sobre el nivel del mar.

Desde que nos recogieron en el aeropuerto, la gente nos recibió muy amablemente y en el trayecto al hotel nuestra guía hablaba mucho sobre lo afortunados que éramos de poder viajar, ya que ellos no pueden conseguir un pasaporte.

Y es que, aunque es una región autónoma de China, cuando llegas te das cuenta cómo están invadidos por los chinos, pues las carreteras y ciudades están llenas de puestos militares para tener el control sobre los tibetanos.

Primer destino: Lhasa

Durante nuestra estancia pudimos visitar el Potala Palace, residencia de los Dalai Lama; el Monasterio de Jokhang, el Monasterio de Sera, ubicado en las afueras de la ciudad y que es famoso por las discusiones de Tantras Tibetanos con los monjes y la calle de Barkhor, que es es un sitio popular para peregrinos de la ciudad.

Me llamó mucho la atención que todo huele a mantequilla, ya que la utilizan tanto para el té, las lámparas dentro de los monasterios, como para ciertas construcciones. También me impresionó cómo funciona la ciudad y la

cantidad de peregrinos que visitan día a día los diferentes monasterios y templos.

Ya una vez acoplados a la altura en Lhasa comenzamos la aventura en un Jeep hacia la frontera con Nepal. Por más de diez días disfrutamos de los paisajes más espectaculares que mis ojos hayan visto. Lleno de montañas nevadas, valles precipitados, lagos color turquesa y una gran cantidad de monasterios en el camino. Finalmente, llegamos al lago Yamdrok, donde pudimos visitar el Monasterio Samding y acampar a un lado del lago junto con yaks amparados en un silencio increíble.

Descubriendo las cumbres del Himalaya

Al día siguiente seguimos rumbo a Gyantse, un poblado  urbano  dentro de la región del Tíbet que está a 3 mil 700 metros de altura. hoy sigue conservando

su espíritu. Aquí vale la pena visitar los mercados y entrar a los comercios del lugar. Me encantó haber tenido la oportunidad de ver cómo funcionan los negocios  y la cultura local.

Seguimos nuestro camino y la emoción de que pronto estaríamos cerca del Everest llegó. Nos propusieron dormir en medio de la nada en un hotel pequeño para levantarnos muy temprano en la madrugada y hacer un recorrido en carro por dos horas, con el objetivo de llegar a un mirador donde  pudimos apreciar las cumbres más importantes del Himalaya: Everest, Lotse y Choyu. Ese, sin duda, ha sido uno de los momentos más especiales que he tenido en viajes.

Ese día seguimos nuestro recorrido para llegar al Campo Base del Everest y aquí te dan dos opciones: la primera es hospedarte en un monasterio o llegar a casas de campaña muy grandes en el campamento base y disfrutar la experiencia de vivir de cerca y compartir una noche con locales.

Decidimos que la segunda era la mejor opción y no nos equivocamos. Sentir el poder de la naturaleza al estar en medio del Himalaya en la noche a 5 mil 200 metros compartiendo con locales y contemplando la montaña más alta del mundo fue, sin duda, una de las experiencias más espectaculares que me ha tocado vivir.

Después de dos semanas de paisajes naturales, monumentos, las mejores vistas en el techo del mundo, largas horas en carreteras y monasterios, toda la experiencia al final del camino fue un regalo, pero lo que más me llevo de este viaje es la gente y su sonrisa.

Recomendaciones

  1. Se necesita un permiso especial para entrar al Tíbet debido a que los chinos controlan quién entra, quién sale y dónde están los turistas en todo momento. Es por eso que se recomienda realizar este viaje con una agencia y no aventurarte a viajar por tu cuenta.
  2. Nunca preguntes sobre temas políticos, ni tomes fotografías al ejército chino. Es muy seguro viajar, pero mejor evita que te quiten la cámara o memorias.
  3. El mal de altura es otro tema importante. Hay que tener en cuenta que no es un destino para todos y más si tienes problemas de salud. Antes de viajar al Tíbet, te sugiero que vayas bien hidratado y bebas agua constantemente.
  4. Ve con una mentalidad abierta a conocer una nueva cultura. Dado que la mayoría de los tibetanos son budistas, no te extrañe presencias a numerosos monjes haciendo sus mantras y orando.
  5. No esperes gran oferta gastronómica, no es tema de mucha importancia para los locales, por lo que te darás cuenta que no hay muchas opciones de alimentos. Pero no olvides probar el té de mantequilla.

Comparte: