Karla Torres es una mujer perseverante, auténtica, adaptable, inteligente, creativa y resiliente. Mercadóloga por el Tec de Monterrey Campus León, cuenta con una gran trayectoria en conocida institución bancaria de nuestra ciudad. La vida le ha impuesto varios retos, entre ellos, el cáncer de mama, por lo que, en este mes rosa, tuvimos la oportunidad de platicar con ella para que nos comparta un poco más sobre su camino en busca de la salud.
¿Qué significa para ti ser una sobreviviente del cáncer de mama?
Darme cuenta lo valiente, fuerte y resiliente que puedo ser. Significa mucha responsabilidad y compromiso enorme de estar más consciente de todo lo que me pasa y cuidar más mi salud, preocuparme por las cosas que de verdad valen la pena y ayudar a personas que estén pasando por algo similar.
¿Cómo te diste cuenta?, ¿cuáles fueron los síntomas que te llevaron a acudir con el especialista?
Descubrí una bolita en mi seno izquierdo en mayo del 2018 y tardé un año en checármela, pues yo creía que por ser una persona saludable que hace ejercicio era imposible que me pasara algo así. Además, el que era mi ginecólogo me revisó esa bolita dos veces y me aseguró que era de agua, y confié. Fue hasta finales de junio del 2019 que pedí una segunda opinión y un mes después confirmaron que era un tumor maligno, lo removieron.
¿Cuál fue tu primera reacción al recibir el diagnóstico?
Primero, pensé que de eso no iba a morirme. Creo que me dio más coraje pensar en todos los planes que tenía ese año y que no iba poder hacer, y como en ese momento no me hablaron de quimioterapias, no me sentí tan abrumada. Después de la cirugía, me dijeron que sí necesitaría quimios y que no podía embarazarme en al menos 5 años. Sentí mucho enojo y tristeza.
¿Cómo sobrellevaste el proceso de tratamiento y recuperación?
Tuve altas y bajas, pero en general siempre fui positiva. Recuperarme de la cirugía fue rápido. Lo más complicado fueron las quimioterapias, que en total fueron cuatro. Fue un proceso doloroso en el que me sentí débil, no podía dormir ni tenía ganas de comer. Perder el cabello fue difícil, porque es la parte más gráfica del cáncer.
Después recibí 24 radiaciones, que son menos desgastantes y, al terminar, comencé con un tratamiento de bloqueo hormonal, que es como una menopausia inducida a la que te enfrentas con bochornos, cambios de humor, ansiedad y depresión. Este tratamiento no lo puedo interrumpir por 5 años, lo que significa no poder ser mamá y eso me ha afectado de distintas maneras en mi vida.
¿Cómo te encuentras ahora?
La vida después del cáncer es muy difícil. Por un lado, me siento con la obligación de haber aprendido algo y sentirme mal al tener estrés por cosas que parecieran insignificantes. El tema de no tener hijos lo que sabido sobrellevar, pero hay situaciones que me frustran. Aunque también vivo momentos de mucho agradecimiento, de recordar lo afortunada que fui al haber vencido esta enfermedad.
¿Qué papel tuvo tu familia en este proceso?
Mi esposo y mi familia fueron la parte más esencial en todo mi proceso. No hay nada que se compare con sentirte acompañada, querida y apapachada. Nunca me gustó verlos tristes, y eso me hizo siempre mostrarme fuerte para ellos, pero siempre supieron cómo apoyarme, acompañarme, y levantarme los ánimos cuando lo necesité.
¿Cuál es tu mensaje para las personas que están luchando contra el cáncer?
Todo pasa, aunque muchas veces parezca lo contrario. Busquen ayuda. Hoy en día con las redes sociales siempre encontrarán a alguien que está pasando por lo mismo, y el encontrarte con alguien que realmente te entienda y te escuche es super esencial.
“La vida después del cáncer es un tema del que no se habla mucho y que no es nada fácil de llevar”