Mariana Torres Landa siempre trata de sacarle el lado bueno y positivo a la vida. Con muchos sueños y metas, egresó de la licenciatura de Administración Financiera del Tec de Monterrey. Desde adolescente se integró a los proyectos de la familia, entre ellos Chilcuage, bebida destilada de agave azul y raíz chilcuague.
Platícanos un poco sobre tu trayectoria, ¿qué hacías antes de involucrarte con Chilcuague?
Creo que mi vida tuvo un parteaguas hace 7 años con el fallecimiento de mi papá. Yo tenía 18 años, estaba en el segundo año de prepa estudiando en Berlín y a raíz de esto tuve que regresarme. Simultáneo a mis estudios comencé a trabajar en la empresa familiar que tiene giro inmobiliario y hotelero. Tiempo después me fueron delegando responsabilidades, entre ellas Chilcuague.
¿Cómo inicia este proyecto?
Nació desde mi abuelo Juan José Torres Landa. Él en su momento hacía Chilcuague como bebida casera para sus invitados. Esta tradición se fue transmitiendo a las siguientes generaciones y mi papá, Juan Ignacio Torres Landa, nos enseñó cómo hacerlo. Para comercializarlo y obtener mayor aceptación en el mercado, se tuvieron que hacer modificaciones con la fórmula y potenciar el branding.
En tus propias palabras, ¿qué es Chilcuague?
Además de ser un destilado de agave con raíz, la marca en sí quiere ser parte de las experiencias y sentimientos de las personas. Queremos crear un vínculo con el consumidor, el cual refleje y exprese lo que muchos sienten cuando evocan ciertos momentos de sus vidas.
¿Qué es lo que diferencia a Chilcuague de otras bebidas?
No es cualquier destilado, es una experiencia nueva que te ayuda a maximizar los sabores, pues te abre las papilas gustativas. Puedo decir con confianza que es un producto nunca antes visto.
¿Qué viene próximamente para Mariana y Chilcuague?
Falta muchísimo por hacer, creo que el trabajo nunca termina y los objetivos van creciendo conforme la marca va adquiriendo posicionamiento. La meta es ser la bebida favorita de nuestro mercado. Hoy en día el esfuerzo está
puesto en entrar a los centros de consumo de ciudades del Bajío, CDMX y la península del sureste. A mediano plazo, exportarlo al mercado europeo y asiático.