El proceso de transformación de la piel de animales en bienes de consumo ha sido, y sigue siendo, de alto impacto ambiental, debido al tipo de productos químicos que maneja. León, desde mediados del siglo XX, se ha distinguido como líder nacional en el sector cuero-calzado, lo que ha provocado un evidente deterioro del entorno por causa de los desechos de esta industria.

Recuerdo que en los años 90 hubo un acontecimiento que generó gran indignación en la sociedad leonesa, y fue un reportaje sobre la afectación en la fauna, principalmente en los patos, de la Presa de Silva, ubicada cerca de San Francisco del Rincón.

Era impresionante ver cómo las aves intentaban emprender el vuelo, pero les era imposible debido al daño que el cromo había generado en su metabolismo. Como este ejemplo, ha habido otros más que han hecho evidente la necesidad de tomar medidas al respecto, y ya hay acciones que se han emprendido.

Se reubicaron varias tenerías, muchas de ellas originarias del Barrio Arriba, que ahora han dejado de manejar sus procesos húmedos en esa zona en plantas que se encuentran en sitios planeados, con desagües controlados, que van a dar a una planta de tratamiento de aguas residuales industriales.

Por otro lado, hay algunas tenerías que han incorporado a su proceso el tratamiento del agua, gracias al cual recuperan insumos, y evitan en buena medida, la contaminación que implica su proceso.

En lo que respecta al sector calzado, gracias al perfil exportador que se tiene actualmente, se han incrementado, por parte de los clientes, las restricciones al uso de productos dañinos al medio ambiente en el proceso productivo, lo que ha impulsado a los empresarios a buscar alternativas más amigables con el medio ambiente. En este rubro hay aún mucho por hacer, y la biotecnología puede ser una ventana a un sinfín de soluciones que den un alto valor agregado a los procesos.

El escenario ideal sería que todo productor contara con un estudio de Análisis de Ciclo de Vida, que contemplara desde la obtención de insumos, hasta la disposición final del bien una vez concluida su vida útil. Este análisis no es cosa simple, pues requiere investigación y colaboración entre los miembros del sector, para determinar parámetros de impacto acordes a estándares internacionales. Este tema es muy amplio, y seguramente lo retomaré en algún número posterior.

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