¡Aguas a lo que le pones atención!
Tomo el teléfono para contestar un mensaje de Whatsapp y, de repente, entra una notificación de Instagram, es un reel. Sin pensarlo, accedo a la notificación y observo el reel, me río y enseguida concluye, sin embargo, sigo viendo un nuevo reel con un chiste, lo que me hace soltar una carcajada, y así veo otro, otro y otro, obviamente dejé de ver el Whatsapp y así transcurrieron varios minutos.
¿Les ha pasado? ¿Les suena familiar? ¿Conocen a alguien así?
Esta situación descrita es uno de muchos ejemplos que seguramente cada uno hemos vivido. El ejemplo en este caso es sobre situaciones chuscas, pero en otras ocasiones, puede ser información de otra índole como política, religión, deportes, ropa, gadgets, noticias, chismes de la farándula, entre muchos más. Este es el catálogo de lo que nos aparece en nuestra pantalla personal e íntima.
Y aquí viene lo importante, caer en la tentación de conocer la información no requerida implica dedicar tiempo y muy seguramente de desconcentrarnos de lo que es realmente importante en ese momento.
Algunos dirán que las redes sociales manejan sus algoritmos y que por lo que miramos, nos llega esa información. Pero esos algoritmos también cambian frecuentemente, lo que significa que no siempre es una consecuencia del contenido que consumimos.
Esta sobre oferta de información pareciera que es como el mercado, te ofrecen esto y lo otro, cuando solo nosotros conocemos lo que necesitamos. Es como si queremos comer sano, pero como nos ofrecieron la promoción de botanas, pastelillos y alcohol, lo adquirimos. Así pasa con el contenido de las redes sociales y el internet.
Recordemos que nuestras acciones se convierten en hábitos que nos impulsan a la toma de decisiones, más aún si es información que va directamente a nuestro cerebro y que éste da órdenes de comportamiento y de emociones. De ahí la delicadeza de saber controlar los dispositivos móviles y en particular, lo que le ponemos atención.
Suena curioso, pero la disciplina también aplica en este caso, es decir, utilizar las plataformas digitales solamente para nuestro propósito y no para el que nos ofrecen las distintas marcas o personajes que incitan al consumismo.
Así que la próxima vez que mires tu celular, mantén presente el motivo, de lo contrario, seguirás siendo un(a) esclavo(a) que permite dejar ir el recurso más valioso: el tiempo.