Redes sociales: ¿solo vemos lo que queremos ver?

Hace unos días, en una reunión alguien me preguntaba cómo “X” persona, quien no pertenecía a su circulo de amistades, podía tener una opinión tan diferente a la de ella respecto a la situación política del país, cuando todos a su alrededor pensaban de manera similar y la información a la que tenia acceso le confirmaba que estaba en lo “correcto”.

Esto se puede explicar de forma muy sencilla a través del “sesgo de confirmación”, el cual se ha reforzado gracias a las redes sociales y la forma en que consumimos la tecnología.   Este sesgo es un fenómeno psicológico que describe nuestra tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirma nuestras creencias, dejando de lado e ignorando las que las contradicen, hecho que se ha amplificado ampliamente gracias a los famosos algoritmos de las redes sociales.

Cuando pensamos que no podemos estar más influenciados, resulta que las redes sociales están repletas de estos algoritmos, los cuales han sido diseñados para detectar tus gustos y aficiones, ofreciéndote así, contenido especialmente dirigido para ti.

Adicional a esto, los seres humanos de forma natural tendemos a juntarnos con personas que comparten nuestras creencias y características, lo que potencia aun la información a la que nos exponemos, creando así grupos y comunidades que, tanto en lo físico como en lo virtual, comparten y refuerzan ideas afines.

El estudio y análisis de este sesgo es importante, ya que contrario a beneficiar, llega a crear polarización entre la población debido a que cada vez somos más reacios a aceptar ideas que contrasten nuestros pensamientos, y en redes sociales, facilita la propagación de la desinformación, difundiendo cada vez más noticias falsas y supuestas teorías de conspiración, las cuales suelen estar bastante alejadas de la realidad. 

Hoy en día es cada vez más frecuente la radicalización de opiniones y la adopción de posturas extremas, por lo que reconocer nuestra propia tendencia a confirmar nuestras creencias es el primer paso para combatirla.

Es seguro que no podamos cambiar la forma de pensar de quien lo hace diferente a nosotros, y difícilmente cambiaremos la nuestra, sin embargo, estar abierto al diálogo nos hará personas más informadas y críticas respecto a temas controversiales.

Salir de nuestra zona de confort y exponernos a diferentes puntos de vista es fundamental para ampliar nuestra perspectiva y desarrollar un pensamiento crítico, tomando así decisiones más informadas, contribuyendo a un debate público más sano y productivo.

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