Un recorrido personal sobre la presencia femenina en la ingeniería, explorando los desafíos superados y los logros profesionales significativos
Durante mi época de estudiante, en mi generación de Ingeniería Mecánica y Eléctrica solo tuve una compañera, mi querida Ana Isabel, gran impulsora de la sustentabilidad y experta en estadística y modelos matemáticos aplicados a la industria.
Después de Ana, hubo un “hueco” de varios años en que, o no ingresaban alumnas, o rápidamente se daban de baja o cambiaban de carrera, pues no se veían en un futuro como ingenieras, o creo yo, en buena medida, por el estereotipo que existía hacia profesiones como esta, en que el sector estaba abarcado casi al 100% por hombres, al igual que ocurría con Ingeniería Civil, por ejemplo.
Y no solo era un tema del estereotipo, pues ciertamente, en los sitios de trabajo el trato hacia la mujer en estas áreas ha sido discriminatorio, así como, en muchas ocasiones, incluso durante su trayectoria estudiantil. Más de una alumna se dio de baja después de un par de semestres al no sentirse cómoda o adaptada a una generación de solo hombres.
Con el paso de los años, ha incrementado el número de mujeres en estas licenciaturas; en los últimos semestres, en los cursos que he impartido a nivel superior, he tenido entre el 20 y el 30% de estudiantes mujeres en grupos de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, y la mayoría de ellas trabajan en áreas afines a sus estudios, teniendo un gran crecimiento profesional.
A lo largo de mi trayectoria, he sido testigo de la transformación gradual pero significativa en la participación femenina. Desde los desafíos iniciales hasta los avances actuales, reconozco el valor y la perseverancia de todas las mujeres que han contribuido a forjar un camino más inclusivo y equitativo en nuestra profesión.
Aún hay muchísimo por hacer para crear condiciones igualitarias para las mujeres en el mundo de la ingeniería, pero quiero reconocer a todas aquellas que han luchado por mejorar las condiciones para las presentes y futuras generaciones. Cuentan con mi respeto y admiración todas mis compañeras, alumnas y exalumnas ingenieras. Espero no haber sido (sin quererlo) una piedrita en su zapato, en este camino, por un mundo más justo.