En nuestro día a día, a donde quiera que miremos, la meditación enfocada al mindfulness se promueve como un tipo “actividad maravilla”. Una herramienta funcional para perder peso, reducir nuestros niveles de estrés, aumentar nuestra atención y reducir la ansiedad.
Sin embargo, hay un beneficio que el ajetreo del día a día nos hace pasar por alto: ser conscientes y vivir en el momento presente nos ayuda a mejorar nuestras capacidades al momento de tomar decisiones.
Escuchar nuestro diálogo interno
¿Alguna vez has puesto atención a la velocidad de tus pensamientos? Por más increíble que parezca, nuestra mente trabaja 24/7. No podemos controlar la manera en cómo surgen los pensamientos, emociones, recuerdos, todo aparece de la nada. Cuando estás meditando, no puedes decidir qué pensar a continuación, y no puedes elegir no pensar en absoluto.
Estos pensamientos en cascada suelen liberar una reacción en cadena automática. Evocan sentimientos que se somatizan en sensaciones corporales y ellos, a su vez, provocan sentimientos encontrados y reacciones. La mayoría de las veces, las estimulaciones del mundo moderno nos distraen de procesar estos sentimientos.
Un ambiente en completo silencio, la tranquilidad de una atmósfera nos puede permitir crear un espacio seguro para desconectarnos del mundo y obtener la claridad que necesitamos para mejorar nuestros procesos.
Hacernos las siguientes preguntas nos pueden ayudar a mantener nuestro rumbo y enfoque:
1. ¿Qué me trajo aquí? Piensa en lo que te llevó a tomar esa decisión en primer lugar. Digamos que quieres comprar un sillón y has acotado tus opciones, ¿qué te hizo “querer” un sillón?, ¿un anuncio?, ¿un comentario de un amigo?, ¿una revista de interiores?
2. ¿Qué prejuicios y pensamientos pueden estar nublando mis juicios? Tal vez recientemente hemos visto que el turismo espacial es una posibilidad factible en años venideros, pero eso no significa que sea el momento de invertir en acciones de la NASA. Piensa si el sesgo cognitivo nubla tu capacidad de ver las cosas con claridad y tomar una decisión que sea la mejor para ti.
3. Si mi contexto cambiara, ¿tomaría la misma decisión? La mayoría de nuestras decisiones dependen del contexto. Por ejemplo, una experiencia emocional anterior podría proyectar una sombra sobre cada elección o decisión que tomemos en el futuro. El proceso de ser responsables de nuestra toma de decisiones comienza con encontrar nuestro centro, ser conscientes de nuestras emociones, pensamientos y sensaciones, respirar y cortar el sonido.
Vivir en presente, cuidar nuestro entorno, son pequeñas acciones que nos ayudan a optimizar nuestro proceso de toma de decisiones y sobre todo a estar en paz con nuestro proceder.
Es importante que aprendamos a separar nuestros estímulos mediáticos, aspiracionales y sociales a los que estamos expuestos para que estos no interfieran con nuestros procesos de toma de decisiones. Tener confianza en nuestras capacidades, reconocer nuestras limitaciones y abrir nuestra mente a nuevas herramientas será un gran inicio para empezar en este camino.