En los últimos años se ha presentado una oportunidad a las empresas para darse a conocer y permanecer en la mente de los consumidores gracias a la propagación de las acciones que realizan en beneficio del medio ambiente.
Sin embargo, hay empresas que utilizan esta estrategia para mitigar la mala imagen que tiene a partir de inversiones de muy bajo beneficio ambiental. Tal es el caso de una tienda de autoservicio que instaló unos generadores eólicos no mayores a 1 kW de potencia en su fachada y que muy rara vez hemos visto girar.
Existen metodologías para medir el impacto negativo o positivo que las empresas generan en el ambiente desde el punto de vista de emisiones equivalentes de CO2, contaminación del agua y emisión de residuos sólidos, por lo que sería interesante que se legislara para que las empresas estuvieran obligadas a declarar su impacto considerando toda la cadena del producto o servicio que ofrecen.
Esta medida sin duda además de reducir el impacto en el medio ambiente, daría a las empresas los elementos y argumentación para crear
toda una campaña publicitaria en torno al tema, provocando un mayor acercamiento de clientes que buscan este tipo de empresas responsables con su entorno.
Hace unos años, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), promovía un programa llamado “GEI México”, que buscaba que las empresas de forma voluntaria midieran y declararan sus emisiones equivalentes de CO2 para que, a partir de estos datos pudieran emprender estrategias de mitigación. Lamentablemente, desde la administración federal anterior dejó de ser actualizado.
Esperemos qué alternativas propone este gobierno no tan nuevo, y si no, proponerlas desde la sociedad civil, de manera que aquellos que quieran sobresalir como una empresa socialmente responsable desde el punto de vista de la sustentabilidad, lo hagan con elementos cuantitativos que lo sustenten.