Cuando Marshall McLuhan acuñó su célebre frase: “el medio es el mensaje”, nunca dimensionó en ese entonces que todos nos convertiríamos en el medio y en el mensaje.
Y es que la evolución que han tenido los medios masivos de comunicación ha sido impresionante en los últimos años. Generacionalmente pasamos a ser públicos cautivos por los medios dominantes a través de la señal abierta de televisión, la radio y el periódico.
En ese momento, la comunicación era completamente unidireccional y la importancia de la noticia la destacaba cada medio de comunicación de acuerdo a su conveniencia y agenda. Sin embargo, el “monopolio” de los medios tradicionales poco a poco se vino derrumbando después del surgimiento de las redes sociales.
Como sociedad “evolucionamos” y pasamos de ser consumidores de noticias a generadores de ellas, de ser espectadores pasivos a crea una
comunidad digital en la que existe una inmediatez en la generación de la información y por supuesto, en la respuesta al momento por parte de la comunidad, que interactúa y genera opinión.
El desarrollo de la tecnología, específicamente en la telefonía celular, ha facilitado todo. Lo que antes se hacía con una cámara de video o fotografía y una computadora, actualmente el celular lo hace todo en uno. Sin mayor problema, cualquier persona puede tener la posibilidad de realizar una transmisión en tiempo real de lo que nos quiere presentar sin que existan límites al respecto.
Hoy hablamos de dos realidades: la que nos ofrecen los medios tradicionales y la que construimos en comunidad por medio de las redes sociales; la primera está desfasada y fuera de tiempo para el consumidor actual. Por otro lado, en las redes sociales la noticia tal cual se genera en el
minuto, se puede ver y consultar en el mismo momento en que se desarrolla, sin importar mucho quién nos lo cuente.
Uno de los más grandes riesgos de la inmediatez de la noticia es su posible riesgo ante la falta de confirmación de los hechos, lo cual ha llevado a la desinformación de una comunidad que no analiza ni reflexiona, sino que se expresa y comparte algún hecho sin tener la más mínima certeza de lo sucedido.
Hoy posiblemente diría McLuhan, “todos somos el medio y el mensaje”.