La mejor medicina para el crecimiento colectivo
En estas últimas semanas, el mundo entero se ha puesto de cabeza. Todos los días vemos noticias que nos bombardean sobre el tema que hoy preocupa a la humanidad: Covid-19. Sin embargo, uno de los daños colaterales más preocupantes son las economías de las familias, principalmente de aquellas cuyos ingresos dependen de los comercios locales.
A raíz del atento llamado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace a la población mundial a ser parte del movimiento “Quédate en casa”, los mercados, tianguis y calles de las principales ciudades de nuestro país se han ido vaciando paulatinamente. El impacto económico que han recibido las familias que viven del comercio, más allá de la formalidad, ha sido brutal.
Entonces… ¿cómo es que el consumo local puede ayudar a la economía local?
Los productores locales han logrado crear una red de apoyo para seguir distribuyendo sus productos con el fin de mitigar sus pérdidas. Los mercados y negocios locales han encontrado alternativas de distribución que respetan las medidas de salubridad y que además son sustentables. Cabe destacar que los pequeños negocios han sido los que menor resistencia han mostrado para dejar atrás los plásticos de un solo uso.
Muchos de los productos o servicios que consumimos habitualmente provienen del extranjero y son elaborados por cadenas de producción abusivas y de explotación hacia la mano de obra que las produce. Las micro, pequeñas y medianas empresas generan el 95% de los empleos en el país, así que consumir nacional es una forma de luchar contra el desempleo.
Aunado al punto anterior, es importante incluir productos de nuestra tierra. Los mercados y los tianguis están llenos de productos que provienen de redes de campesinas que sostienen la economía de miles de familias mexicanas.