La transformación social comienza desde adentro
Hablar de ciudades, de su desarrollo económico, social y tecnológico, es sinónimo de varios factores como educación, mentalidad, visión y trabajo, pero, ¿hemos pensado con certeza dónde se concibe esta misión, esta actitud de progresar? Sin duda, esto surge en los hogares, en la vivienda, en el patrimonio que tienen las personas.
Usualmente el término vivienda o casa lo manejamos de manera genérica y quizás en un sentido material, como un elemento más de nuestras necesidades básicas o como un número más de nuestras propiedades.
El significado de una vivienda va más allá de una simple unidad en un fraccionamiento o de un inventario de una desarrolladora de vivienda, pues es donde se conforman las familias y se educan y forjan a los habitantes de ella y, por consecuencia, donde se orienta el rumbo de las personas.

La vivienda es una morada, es un refugio, sin embargo, lo que sucede ahí, lo que se comenta, aconseja u orienta a los hijos, impulsa a que este espacio gane el concepto de hogar. Esto impacta en el comportamiento y rumbo de las ciudades, pues una ciudad está conformada por autoridades, sector público y privado, universidades, comercio y todos los demás actores sociales que participan en un municipio.
Bien lo decía Confucio al referirse al hogar: “La fuerza de una nación se deriva de la integridad del hogar”.
Lo que somos, lo que hemos logrado como sociedad, como ciudad, como estado, como nación, es resultado de lo que hemos inculcado y sembrado en nuestro hogar. En la forma como hemos educado a nuestros hijos, lo que les hemos escuchado, aconsejado, supervisado, corregido o, incluso, lo que hemos dejado de hacer.
Actualmente se habla del lado impersonal y distante, derivado de los canales digitales de comunicación. Quizás esto nos hace recordar el uso exacerbado del dispositivo móvil, que enfría nuestras relaciones familiares y vínculos emocionales y sentimentales en nuestra casa.
Así que es buen momento de interiorizar sobre el sentido que le damos a nuestra vivienda y analizar los espacios físicos, el tiempo y las actividades que dedicamos a nuestra familia, para que nos impulsen a identificar alertas de comportamientos y de convivencia para establecer y fomentar hábitos que nos ayuden a convertir nuestra casa en un hogar sólido, seguro, confiable y lleno de paz.

Correo: juanpabloponce@impaktacomunicacion.com