Un nuevo enfoque en la formación legal para una sociedad más justa y equitativa
A lo largo de la historia, la formación de abogados se ha centrado en la litigación y procedimientos jurisdiccionales. Sin embargo, la abogacía abarca un mundo mucho más amplio de habilidades y conocimientos, por lo que es necesario replantear los planes de estudio para formar profesionales capaces de enfrentar los retos legales más allá de los tribunales.
Según la Real Academia Española (RAE), la palabra abogado proviene del latín advocātus, que significa “llamado en auxilio”, y su definición es: licenciado o doctor en derecho que ejerce profesionalmente la dirección y defensa de las partes en toda clase de procesos o el asesoramiento y consejo jurídico.
Partiendo de la definición, se considera entonces que la abogacía va más allá de la representación legal en juicios, como asesoramiento, mediación e intercesión, ¿por qué dejar de lado formar profesionales del derecho que estén preparados en materias y asignaturas encaminadas al mejor consejo y asesoría jurídica, así como al mejor interceder y/o mediar entre las partes?
Esto llevaría seguramente a una mejor “defensa” de los intereses de cada una de las partes a través de mecanismos alternos al jurisdiccional, con los beneficios de descongestionar el propio sistema judicial y abonar a soluciones reales en menor tiempo y con menor desgaste económico y emocional.
En la actualidad existen algunas universidades que han incluido dentro de sus materias o asignaturas una solamente referente a los “mecanismos alternos de solución de controversias”, sin embargo, no es suficiente contar con una sola materia que trate de mediación, conciliación, arbitraje y justicia alternativa para la preparación que conlleva de 8 a 9 semestres generalmente.
Por tanto, preparemos abogados reformados que dirijan su mirada hacia el real resolver y asesorar a sus clientes, sin ubicarse únicamente en la preparación para “soluciones” contenciosas, donde un tercero ajeno a la controversia decide sobre el futuro de empresas, familias y seres humanos. Tercero que, en la mayoría de los casos, desconoce el contexto real de la situación, ya que dicta sentencia con base en la redacción de las historias que cuentan los abogados postulantes.
Formemos abogados reformados, que realmente atiendan a los intereses de las partes, sin arriesgar patrimonios y relaciones. Contribuyamos con las universidades para más y mejores formas de abogacía encaminada a soluciones reales. Más asignaturas para la mejor formación de profesionales del derecho diferentes al litigio como “única” opción de solución.