El siglo XXI ha hecho reflexionar a todos los arquitectos sobre la construcción de un hábitat seguro. Se dice que la arquitectura es cobijo, abrigo o refugio para los usuarios pero, sin duda, en el siglo XXI es fundamentalmente cuidado. Cuidado del cuerpo, del ser, de uno mismo y de los demás.
Gastón Bachelard nos habla del hábitat poético para la intimidad que es como un nido para proteger a los polluelos, espacio para soñar despierto y realizarnos, lleno de imaginarios para que la vida colmada de angustias se despliegue a contracorriente; una casa para el desarrollo del ser que permita el intenso diálogo familiar que haga catarsis en el día a día, una casa para la comprensión de la condición humana y cuidado planetario.
La casa poética se adelanta al futuro con armonía y creatividad, resignifica la vida y la eleva a otro plano; en ella construimos los rincones secretos de encuentros con nosotros mismos, de nuestros silencios, donde se apaciguan los deseos no satisfechos en busca de la serenidad y el misterio, como Luis Barragán lo promulgó en su arquitectura emocional.
Para Bachelard, el hábitat nos ayuda a recargar energías y recobrar fuerzas. Una buena casa nos convierte en personajes enteros shakesperianos y nos aleja de los “personajes rotos”; al contrario de la casa del siglo XX donde el consumo, comprar y tirar, renovar, es central, la casa del siglo XXI tiene lugares secretos para guardar y atesorar objetos e imágenes llenas de recuerdos significativos.
Estos construyen viajes del pasado al futuro y sitúan a cada habitante en una justa dimensión humana y profunda, venciendo el mundo de selfies y construyendo un universo antropológico.
Si el hábitat del siglo XX era para ligar espacios funcionales, construido con el mínimo de recursos y el máximo de eficiencia, constituyendo el espacio salubre, el hábitat del siglo XXI además de estos atributos, busca lo simbólico poético, que renueva los modos de vida a profundidad en la acción de habitar en construcciones armónicas y sinérgicas, en un contexto que eleva la inteligencia, integrándose al espacio social y permitiendo a cada usuario moverse, ejercitándose, conviviendo y dialogando concesos para construir comunidad.