Menos del 20% de las organizaciones más importantes a nivel mundial están listas para mantener un crecimiento sostenido. Este estudio, generado por PwC hace algunos años, identifica ciertos factores críticos que hacen que una organización prospere.

Una en particular llamó mi atención: no contar con las capacidades para ganar. Y estas capacidades van más allá de las técnicas y operativas; también se centran en las capacidades de los líderes para dirigir mejor a sus equipos.

Durante los más de 17 años que llevo trabajando en consultoría, me doy cuenta de que el mayor porcentaje de los fracasos en las organizaciones no es por la falta de competencias o recursos, sino más bien es por falta de liderazgo.

El liderazgo es una característica que las personas encargadas de un grupo deben desarrollar para lograr los resultados. Pero ¿qué es liderazgo? Según John Maxwell, se refiere a la facultad de mejorar a las personas, a través de la guía e influencia con la cual sus subordinados mejoran sus aptitudes y capacidades.

Por ello, el liderazgo debe considerar 3 aspectos importantes:

  • La PERSONALIDAD del líder
  • El nivel de desarrollo de los EMPLEADOS
  • La CIRCUNSTANCIA

El liderazgo es un proceso flexible, adaptativo de la forma en la que el líder interactúa con sus subordinados. No siempre habrá que ser directivo o jerárquico, ni tampoco conciliador y empático. Todo dependerá de la combinación de los 3 aspectos P-E-C.

Si somos prácticos, lo primero que debe hacer el líder es determinar la brecha entre el estado actual contra el deseado respeto del equipo o individuo liderado. Después tendrá que evaluar el nivel de desarrollo de este. Esto significa determinar el grado en el que sabe (aptitud) y en el que quiere (actitud).

Desde una visión reduccionista podemos evaluar 4 grandes posibilidades en el liderado:

  1. No sabe y no quiere (baja motivación). Bajo este escenario, el liderazgo tenderá a establecer instrucciones y guías claras pero con poco apoyo.
  2. No sabe y sí quiere. En este caso también hay un grado importante de guía pero al mismo tiempo un grado alto de apoyo.
  3. Sabe pero no quiere. Bajo esta situación se requiere poca instrucción pero sí mucho soporte y comunicación.
  4. Sabe y quiere. En este caso el líder se encarga de delegar.

Estos escenarios nos muestran que el liderazgo deberá ser capaz de transformar las limitaciones del subordinado en oportunidades de crecimiento para conseguir las metas planteadas. Así el líder se convierte en un coach que provoca y facilita el aprendizaje que genera crecimiento.

Entonces, ¿eres un jefe, un administrador o un líder-coach?

 

Bibliografía

Blanchard, K. y Hersey, P. (2007). Liderazgo de máximo nivel. Granica.

Wolk, L. (2020). Coaching: el arte de soplar brasas. Gran Aldea.

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