El desarrollo inmobiliario vertical redefine el espacio urbano y las oportunidades financieras. 

La ciudad de León, anteriormente completamente horizontal, ha cambiado con el paso del tiempo. Durante la última década, se han ido integrando a su paisaje distintos proyectos verticales, tanto comerciales como habitacionales, acorde a una tendencia demográfica y urbana global.

Dado que la expansión territorial hace cada vez menos viable financieramente la provisión de servicios públicos, la calidad de vida y la productividad, surge el encarecimiento del costo de vida a causa de la urbanización y especulación inmobiliaria residencial e industrial. En este contexto, nace la vivienda vertical como una solución. 

Aunado a ello, también surgen distintas economías de escala que generan una derrama económica principalmente local, lo que impacta de una forma más directa a las personas, fortaleciendo los siguientes aspectos en términos de proveeduría:

  • Servicios de construcción. Desde la parte intelectual con los ingenieros, urbanistas o arquitectos que diseñan el proyecto y sus requerimientos.
  • Materiales y equipos. Incluyen acero, concreto, vidrio, renta de maquinaria, tecnología para energía sostenible, soluciones de automatización en construcciones inteligentes, iluminación y climatización, además de los acabados de los distintos espacios del inmueble.

Así como todo lo indirectamente relacionado al proyecto en cuanto a:

  • Servicios profesionales legales, financieros y fiscales. Comprenden la elaboración del sustento legal del proyecto inmobiliario, mitigando cualquier riesgo para socios, inversionistas y vendedores.

También abarcan la gobernanza para asegurar una adecuada convivencia social, además de la importancia de contar con consultores financieros y fiscales que acompañen el proceso, desde la adquisición del terreno hasta la entrega del proyecto.

Ejemplificando lo anterior, el alcance va desde el financiamiento de los proyectos inmobiliarios con base en su estructura, es decir, ya sea a través de préstamos bancarios, capital de riesgo, fondos de inversión inmobiliaria, monitoreando la rentabilidad del proyecto en su etapa de planeación, ejecución y consolidación, así como también en la mitigación de riesgos de mercado como las tasas de interés, inflación, demanda o algún imprevisto.

Esta tendencia de desarrollo vertical, aunque compleja, promueve la cohesión social, impacta en la seguridad pública y el aprovechamiento de espacios públicos, impulsando la colaboración entre desarrolladores inmobiliarios, proveedores y actores financieros generando mayor innovación tecnológica y económica para un desarrollo urbano más equitativo.