Habla el idioma tech
No veas la tecnología como una “caja negra” incomprensible; aprende los conceptos básicos (arquitectura de software, APIs, deuda técnica, etc.) para dialogar con tu equipo con conocimiento de causa. No necesitas programar; se trata de adquirir criterio para distinguir entre peticiones razonables y expectativas mágicas. Con ese entendimiento podrás traducir tu visión de negocio al lenguaje de los desarrolladores y ganar su respeto.
Confía en tu equipo, no lo microgestiones
La falta de conocimientos técnicos puede llevarte a microgestionar tu equipo. Pero pedir reportes constantes o revisar cada línea de código es contraproducente y crea desconfianza. Es más efectivo liderar con contexto y no con órdenes.
Comparte con tu equipo qué se necesita y por qué (la visión del producto, el problema a resolver, los objetivos del negocio) en lugar de decirles cómo hacerlo. Dales espacio para proponer soluciones y el equipo se sentirá dueño del resultado en vez de un mero ejecutor.
Autonomía para motivar e innovar
Trata a tus desarrolladores como socios, no como simples proveedores, e involúcralos desde el inicio para que se sientan parte de la solución. Cuando confías en ellos y les das autonomía en las decisiones técnicas, su compromiso con el proyecto se multiplica, marcando la diferencia entre una startup mediocre y una innovadora.
Asimismo, fomenta la experimentación: cultiva una mentalidad de “prueba y error”, donde las ideas nuevas sean la norma y cada falla se vea como lección. En un ambiente así, el equipo se sentirá seguro para innovar y se mantendrá motivado sin supervisión constante.