Promoviendo el aprendizaje activo, la colaboración y el desarrollo de inteligencias múltiples
El modelo educativo tradicional, que sitúa al maestro enfrente de los alumnos para impartir cátedra, es el esquema arquitectónico que se ha usado desde hace 700 años. Y aunque dista mucho de un ambiente que promueva un aprendizaje colaborativo y esté centrado en una educación por competencias, establece lineamientos de baja cooperación y nula gratitud.
Esto va conformando una educación en la que el aprendizaje se reduce a una transacción de costos y beneficios, donde los estudiantes van calculando qué tipo de conocimientos les serán redituables en el futuro y mermando la capacidad de aprender por curiosidad y placer.
Es así, que la arquitectura educativa tradicional promueve una educación pasiva que va dotando de posiciones, jerarquías y etiquetas a los alumnos, que se ubican siempre en el mismo entorno espacial esperando que el maestro descargue en ellos sus conocimientos.
En una era marcada por la aceleración y saturación de imágenes e información, las escuelas siguen construyéndose con gran rigidez, por lo que resultan cada vez más inadecuadas para que el alumno pueda formar un pensamiento crítico, además de un desempeño emocional y físico integral.
Por lo tanto, es necesario fomentar espacios de activación y pensamiento lento, con una comunicación horizontal donde el “logos” se dé de manera generosa entre los alumnos dentro de un ambiente que permita el aprendizaje de los alumnos en un entorno que los invite a desarrollar nuevas habilidades.
Es urgente cambiar la organización arquitectónica de las escuelas para la formación independiente de los alumnos. Rosan Bosch propone seis principios de diseño arquitectónico educativo que, en metáforas, revolucionan la arquitectura educativa:
- La cima de la montaña. Se trata de diseñar un foro a modo de montaña donde los alumnos suban y se vayan empoderando gradualmente en diálogos de múltiples direcciones y según sus capacidades puedan enseñar a otros alumnos.
- La cueva. Para una comunicación interiorizada donde cada uno se comunique consigo mismo. Son espacios de cobijo individual creados para reflexionar y con un enfoque en el conocimiento, con aditamentos para música o silencio, dado de que cada alumno es diferente.
- El coro. Practicado en la Universidad en Copenhague con mesas redondas, flexibles, con plataformas y espacios dentro de otros espacios, los alumnos tendrán la posibilidad de trabajar en equipo en un ambiente idóneo para tales efectos.
- El manantial. Inspirados en el punto de encuentro donde los animales se reúnen para beber y compartir, estos espacios vibrantes y llenos de color son diseñados en los pasillos de la escuela. El flujo de las personas genera ambientes de presentación de proyectos escolares importantes que motiven la creatividad.
- Manos a la obra. Se da en un ambiente libre con mesas e instrumentos de dibujo, cómputo y multimedia, por mencionar algunos. Un lugar de experimentación a modo de talleres y laboratorios abiertos con todo lo necesario para experimentar en el campo de las ciencias y las artes.
- Arriba. Un espacio donde los alumnos se muevan, salten y jueguen en un entorno que motiva la activación física constante, intercalando diferentes zonas de juego para estimular la diversión.
Rosan Boch propone una revolución educativa centrada en las virtudes de fortaleza, justicia y templanza. A través de un diseño arquitectónico innovador, se busca interconectar estos ambientes para contrarrestar los efectos de la educación tradicional, creando áreas de aprendizaje flexibles y enfocadas en el desarrollo integral de las inteligencias.