Por Eduardo Contreras
A lo largo de mi carrera profesional he sido testigo del surgimiento de estrategias digitales que se han convertido en punta de lanza para las organizaciones o su mayor pesadilla.
Si nos remontamos a la década de los noventas recordarás cuando ibas a un Blockbuster y rentabas una película que acababa de salir hace tres meses en el cine. Todo era felicidad hasta que en agosto de 1997 en Scotts Valley, California, nació una de las empresas de entretenimiento más grandes hoy en día: Netflix, la cual pasó de brindar contenido multimedia a generarlo. Hoy en día Netflix tiene ingresos superiores a los 15 billones de dólares anuales. Por su parte, Blockbuster probó la lealtad de sus clientes y pagó el costo.
¿Alguien más se acuerda de Blockbuster o siente nostalgia al pronunciar el nombre?
Con el tsunami de la era digital se han transformado la mayoría de las industrias (revistas, música, periódicos, taxis, libros, retail, etc.), el aprovechamiento de las plataformas digitales han logrado unir marketing y ventas; de tal manera que es mucho más fácil conocer la sensibilidad de los clientes a un producto o servicio permitiéndote reaccionar a tiempo para generar relaciones sólidas y duraderas.
La frase de “la mejor publicidad es de boca en boca” ha quedado atrás, grandes empresas del sector financiero que antes no gastaban un peso en marketing hoy están en todas las redes sociales, comunicando, informando, pero sobre todo generando contenido que les permita estar más cercanos a sus clientes. Permitiéndoles llegar a lugares donde antes no podían, cerrar mejores prospectos con un costo más bajo y de una forma más rápida.
Hablar sobre la generación de ventajas competitivas a través del marketing digital y su impacto financiero es igual de apasionante como extenso. Por cada caso de éxito que te pueda exponer hay diez de fracasos.