Las mujeres del muralismo mexicano

Desde que el hombre apareció en la faz de la tierra ha tratado de comunicarse con gestos, adornos en el cuerpo, actitudes, dibujos y palabras… pero nada más perenne y sencillo que la pintura como medio de comunicación y educación.

El lenguaje escrito empezó con imágenes. Imágenes que nos hablaban de una tribu, un rebaño o un momento de caza, pero sobre todo siempre nos habló de lo complicado que era comunicarse a través de la palabra. Por lo que desde las cuevas de Altamira en España o las pinturas rupestres de San Francisco en Baja California Sur, nuestros antepasados lograron comunicarse a través de la pintura.

El arte rupestre se transformó en pinturas de gran formato y murales. El tiempo pasó y egipcios, fenicios, griegos y romanos nos han regalado murales que hablan de sus civilizaciones y que hoy nos llevan al pasado. Cada época 

ha tenido sus recursos pictóricos para la educación, el gobierno o la doctrina de su religión.

México no ha sido la excepción, ya que durante la época postrevolucionaria a principios y mediados del siglo XX, grandes artistas se dedicaron a la creación de hermosos murales que nos hablan de la ideología del México de nuestros abuelos. En aquel entonces, se educaba en las ideas socialistas de la época, de la soñada igualdad de clases y del urbanismo creciente en nuestro país.

Todos conocemos a Siqueiros, Orozco y Rivera; su obra engalana edificios importantes, públicos y privados pero, ¿qué hay de las mujeres en el muralismo?, ¿las conoces? Ellas no son tan famosas, pero nos dan una perspectiva diferente del gobierno patriarcal y machista de la época con una visión femenina y de lucha constante. He aquí tres de ellas:

Aurora Reyes (Hidalgo 1908) y su mural “Atentado a las Maestras Rurales” (1936), retrata a la mujer, ya no como símbolo o alegoría, sino como a una mujer rural golpeada por los enemigos de la Patria. La obra nos da de un solo golpe la figura de un personaje femenino conflictivo y delicado que enfrentó a los gobiernos postrevolucionarios.

María Izquierdo (Jalisco, 1902), inconforme con su realidad como mujer, exigió el lugar que le correspondía como muralista en un mundo de hombres. Esto la llevó a confrontarse con los tres grandes, logrando colarse en la historia del arte mexicano. Su obra se caracteriza por el uso de intensos colores y nos muestra algunos destellos de surrealismo en su obra. Autorretratos, paisajes y naturaleza fueron sus temas favoritos.

Olga Costa a pesar de ser alemana, se nacionalizó y amó a México. Trabajó en favor de los museos guanajuatenses y el Festival Internacional Cervantino durante su larga trayectoria. La obra pictórica de Olga se caracteriza por la utilización del color como medio para su obra y la integración de elementos de la naturaleza, como plantas, frutas y flores que se entremezclan con retratos y escenas cotidianas de su vida.

Seguro las hemos visto por ahí; tal vez sin tanta fama como los varones, pero con la misma importancia histórica en el muralismo mexicano que nos educa y nos sorprende.

Comparte: