El final de la vida y el comienzo de la memoria: una novela coral profundamente humana

Hace unas semanas encontré un tesoro en versión audiolibro: Los siguientes, de Pedro Simón. Una novela en la que varias voces narran la historia de una familia atravesada por los últimos años de vida de Antonio y por un secreto que marcó, sin excepción, a cada uno de los integrantes del clan Prieto.

Antonio, un hombre mayor que acaba de enviudar, comienza a pasar dos meses con cada uno de sus tres hijos: Carmen, Darío y Gabriel. Desde los primeros capítulos, cada uno de ellos cuenta, con su propio tono y memoria, cómo es recibir al padre en casa.

Lo que al inicio parece una dinámica meramente práctica —repartir los cuidados— termina abriendo una puerta más profunda: la memoria, los resentimientos, las lealtades rotas y la tensión entre lo que se espera de una familia y lo que una familia realmente puede dar.

Los siguientes, de Pedro Simón

A lo largo de la novela, las estancias de Antonio funcionan como un espejo: no solo revelan fragmentos de su pasado, también dejan al descubierto quiénes son los hijos en el presente. Las diferencias económicas, afectivas y emocionales entre Carmen, Darío y Gabriel marcan la manera en que lo reciben y, con ello, la relación que cada uno tiene con su propia historia.

En medio de lo cotidiano —los medicamentos, las comidas, las visitas al médico— aparecen destellos del pasado: los años de las pesetas antes de los euros, los viajes a la parcela familiar, los padres que migraron del pueblo a la ciudad buscando un futuro mejor.

Uno de los grandes aciertos del autor es cómo hace que los hijos vean en Antonio no solo al anciano frágil que tienen frente a ellos, sino una versión anticipada de sí mismos. En ese reflejo se cuelan el miedo, la compasión, la culpa y esa pregunta silenciosa que todos cargamos: ¿cómo nos recordarán los nuestros cuando seamos “los siguientes”?

Como lectora, no pude evitar mirar hacia atrás y hacia adelante al mismo tiempo: recordar a mis propios padres, imaginar a mis hijos mirándome con esa mezcla inevitable de cariño, cansancio y ternura. La novela confirma algo que a veces olvidamos: nadie está listo para despedirse, pero todos formamos parte de una cadena que continúa. Hoy cuidamos, mañana nos cuidarán. Hoy somos los hijos, algún día seremos los siguientes.

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