El cine bajo llave: arte, memoria y control en la era del streaming
Me gusta pensar que el arte es una forma de preservar las ideas, sentimientos, ideologías y sueños que la humanidad tiene el privilegio de experimentar y crear. Más allá de su necesidad práctica, el cine es un elemento que ilustra la experiencia humana, y su preservación resulta esencial. Aunque todo sea finito, el esfuerzo por mantenerlo vivo es legítimo y debe practicarse.
Pero, ¿qué sucede cuando ese patrimonio es intangible o se convierte en la “propiedad” de un particular que lo monopoliza? Este fenómeno se ha vuelto cada vez más frecuente debido a las dinámicas impulsadas por las industrias, los gobiernos, la tecnología y el propio público.
Las plataformas de streaming se han convertido en depósitos y escaparates altamente eficientes para la distribución y monetización de materiales audiovisuales. Sin embargo, también son entidades que deciden qué puede verse, qué se produce y qué se elimina de sus catálogos, incluso modificando contenidos de forma arbitraria.
Un ejemplo claro es el de los clásicos de Disney en Latinoamérica, cuyos doblajes originales fueron sustituidos por nuevas versiones debido a conflictos legales con los actores de voz. Este cambio representa una pérdida de archivo cultural y actoral, especialmente si no existen registros físicos fuera de las plataformas.
Otros casos similares incluyen la eliminación del tema “Fly Me to the Moon” en los créditos de Neon Genesis Evangelion en Netflix o la sustitución de piezas musicales del programa El Chavo del 8, que originalmente usaba composiciones del catálogo de Disney, además de su icónica pieza musical introductoria: “The Elephant Never Forgets”, de Jean-Jacques Perrey. Todo esto derivado de problemas legales por derechos de autor.
Estos ejemplos evidencian cómo las empresas curan sus contenidos de acuerdo a criterios económicos y de audiencia, concentrando el poder de decisión sobre qué se conserva y qué se olvida y dado que la industria fílmica norteamericana domina la producción global, sus obras terminan acaparando gran parte del mercado y la memoria audiovisual.