La creación artística, en su esencia más pura, es indiferente a procesos competitivos. Su carácter como lienzo para expresar emociones, visión de alguna persona o colectivo parecería ajeno a juicios y galardones. Por esta razón, las premiaciones cinematográficas y festivales donde un sinfín de filmes compiten cada año suena incongruente.
Pero el séptimo arte, además de ser un medio de comunicación y expresión, es una industria donde intereses ajenos al proceso artístico se ven involucrados y requieren de tabuladores y consensos para establecer estándares dentro del enorme tablero que abarca el cine.
En ese mapa tan vasto, hay pilares de aprobación que rigen al mundo cinematográfico. En el campo de los festivales, se encuentran los tres grandes: Cannes, Berlín y Venecia, donde la Palma, el Oso y el León, respectivamente, son los máximos galardones de las contiendas. Y dentro de este medio orbitan infinidad de festivales, como San Sebastián en España, Sundance y Tribeca en Estados Unidos y nacionales como el Festival internacional de Cine en Guadalajara o el GIFF en el estado de Guanajuato.
Un festival, a diferencia de eventos como los Óscar, disponen varios días, donde los asistentes pueden disfrutar de las películas, asistir a eventos de promoción, estrenos, talleres y mercados de productos audiovisuales orientados a la distribución de los materiales mostrados o en busca de financiamiento y venta para su producción. Todo esto aunado a una serie de premiaciones donde un jurado, conformado por varios miembros, deliberará para dar a conocer los ganadores de las categorías en competencia.
En los Óscar o los Globos de Oro, la dinámica es distinta, ya que dichas distinciones son elegidas por miembros de las instituciones que los otorgan, siendo la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y la Asociación de Prensa Extranjera quienes otorgan estos galardones respectivamente. Esto sin organizar otro evento que no sea la propia ceremonia de premiación.
El cine es arte y técnica en práctica, siendo esta última más sencilla de evaluar, pero calificar o criticar un trabajo artístico es más complejo y entra en el campo de la subjetividad y una infinidad de elementos que hacen que nos guste o no alguna película.
Por lo tanto, es importante ser conscientes que las premiaciones, son simplemente una serie de consensos, acuerdos o pactos usados por esta industria para su beneficio, por lo que el disfrute del séptimo arte es lo que nos queda a nosotros, los espectadores.