La verticalidad, es una tendencia que experimentan en la actualidad las ciudades de mayor importancia en la región Bajío, así como en otras partes de México, para revertir la expansión de su mancha urbana.
El dinámico desarrollo experimentado en estas ciudades durante las últimas décadas, asociado al crecimiento demográfico (aumento del uso del suelo urbano supera el crecimiento de la población hasta en un 50 %; para 2030) 1 , a la urbanización acelerada por la demanda de vivienda asequible, así como a la falta de control en la gestión del suelo, propició un modelo de desarrollo de expansión horizontal disperso.
Esto ha ocasionado la fragmentación de su territorio, lo que, conlleva al invariable aumento en la demanda de infraestructura, así como de los servicios, provocando falta de cohesión, segregación social y económica de sus habitantes.
Surge entonces, la imperiosa necesidad de atender la problemática de estas ciudades, mediante planes de desarrollo que favorezcan la consolidación de los subcentros urbanos generados, a través de vialidades y transporte público, dignificación de sus espacios públicos; y evitando, sobre todo, la asignación de usos de suelo que propicien la dispersión en su territorio.
En el caso particular de León, frente a la perspectiva de una eventual «reconformación» de la ciudad reconocida hasta la década de 1970, surge como alternativa la propuesta de crear desarrollos verticales, con el propósito de revalorar los servicios y el equipamiento existentes; y en teoría, mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
1 Banco Mundial. BIRF.AIF. DIC 12,2022
La razón principal de incentivar la verticalidad como alternativa en el diseño urbano por parte de especialistas e instancias de gobierno, es la de volver a la «ciudad compacta», a través de la mixtura en los usos de suelo, donde converjan simultáneamente, usos de vivienda, servicio y comercio, contribuyendo a la redensificación de la zona.
Estos desarrollos son propuestos regularmente en vacíos urbanos de espacios consolidados de la ciudad, por contar con infraestructura y servicios urbanos necesarios para el desarrollo de las actividades cotidianas de las y los habitantes.
Cabe reflexionar que, la tendencia hacia los desarrollos verticales, puede aportar grandes beneficios a la ciudad, a través de proyectos vinculados al Plan Maestro de Desarrollo Urbano, de manera interdisciplinar y cautelosa, que abonen en materia medioambiental principalmente, generando espacios públicos suficientes, ricos, que complementen el desarrollo adecuado de las actividades de sus habitantes.