Algunos meses atrás, preparaba mi planeación estratégica con los líderes de cada proceso. Me descubrí promoviendo que todas las propuestas se plantearan exclusivamente a metas económicas a cumplir, nuevos mercados, nuevas sucursales y muchas más ventas.
No pude evitar ver que mi equipo se esforzaba por presentarme proyectos ambiciosos, y mientras más les exigía, más tenso se ponía el ambiente y entonces surgió la gran pregunta: ¿qué les haría felices?, ¿qué es eso que les haría sentirse orgullosos de lograrlo? Con algo de temor a mi reacción, algunos comentaron que tener más tiempo libre, otros aprender cosas nuevas y una persona, muy segura de responder correctamente mencionó: ganar más dinero.
Al analizar sus respuestas, la dinámica cambió. Partimos del punto de: ¿qué tendría que suceder para que eso que te haga feliz se logre a partir del trabajo? Las ideas surgieron, hubo cuestionamientos más profundos y algunas confusiones entre cada aportación, el proceso se volvió mucho más enriquecedor y definitivamente relajó el ambiente para una planeación con éxito.
¿Para qué comparto esto? Para recordarnos que en una cultura existen diversos intereses, objetivos y metas y que, a pesar de esas diferencias, existe algo en común que es el propósito. No se trata de aligerar cargas, disminuir la ambición o convertirse en una empresa limitada para que todos estén “zen”, se trata de aprovechar los recursos y talentos de todos para un bien común.
A continuación, explico cómo visualizo el equilibrio en una organización:
1. Define tus pilares corporativos: date el tiempo de establecer los no negociables de tu empresa e identifica los valores que rigen su ADN.
2. Escucha: tu equipo siempre te ayuda a pisar tierra, vale la pena detenerte y saber cómo siente tu organización.
3. Comparte tu propósito: está demostrado que cuando una organización cree firmemente en su propósito cualquier objetivo se puede cumplir.
4. Haz que sea negocio: que tu esfuerzo cobre sentido haciendo un intercambio justo y redituable al valor que ofreces.
5. Evalúa si lo estás logrando: en ocasiones planificamos, nos orientamos a una meta y no nos damos tiempo de cuestionar si lo que hacemos nos llena, nos está generando utilidades o si nos genera un crecimiento profesional. Date un espacio para plantearlo, es sano hacer pausas en el rush de los negocios.
Me despido con la frase de una persona cercana a mí que me encanta: “tú puedes tener todo en esta vida, pero no al mismo tiempo”.