Esta, probablemente sea la reseña de la banda más desconocida por todos nuestros lectores. Sin embargo, la sensación es apoteósica y el sentimiento, inverosímil; por eso, es justo hablar de una de las mejores bandas de metal progresivo: Dream Theater.
Nota al lector: la música progresiva es aquella que se caracteriza por la combinación de distintos tiempos musicales. Puedes escuchar un 4/4 y luego 3/6 y finalizar con un 7/8. Esto obliga, casi siempre a alargar la duración de las canciones. Es muy normal ver canciones de artistas progresivos de 6 a 9 min y hasta de 20 min. Lo que no es normal, es la gente enferma que aguantamos estas canciones y peor aún, que las disfrutemos con júbilo desbordante.
Dream Theater, banda estadounidense que logró conseguir un éxito masivo y fans realmente fieles, inició su carrera a finales de los años 80 con una serie de características creativas: amar el rock progresivo, ser ultra fan de Rush (banda canadiense de rock progresivo) y ser un virtuoso en tu instrumento.
Así fue como conocimos una alineación muy querida: un guitarrista, un bajista y un baterista. Amigos de toda la vida, personas humanas con errores y virtudes, pero lo más importante, con sencillez.
John Petrucci, uno de los guitarristas más virtuosos, Jhon Myung, uno de los bajistas más respetados y, por último, el ganador al mejor baterista de rock progresivo 12 veces consecutivas, el considerado por muchos expertos como el mejor baterista en la actualidad y la razón de esta reseña, el señor Michael Stephen Portnoy.
Por 20 años, hicieron música increíblemente poderosa, junto a un cantante asombroso y la insignia de Dream Theater: James Labrie, y el reconocido tecladista y pianista, Jordan Ruddess. Desafortunadamente, por discrepancias artísticas, Mike Portnoy salió de la agrupación en 2009.
Ambos bandos siguieron haciendo cosas. Mike se unió a otras bandas y Dream Teather, haciendo nuevos discos. Pero jamás se sintió natural. Es así que el 25 de octubre del 2023, se anunció que Mike Portnoy, regresaría a Dream Theater.
Trece años tuvieron que pasar para poder ver el Dream Theater del que me enamoré y el que todos los fans queremos. Por eso comparto mi emoción con ustedes, mis queridos lectores, para que se den la oportunidad de escuchar a esta grandísima banda. Es cultura general.