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Entrar a una sala de cine, en ocasiones, implica más que solo ir a ver una película. Puede ser el inicio de una aventura, de amistades para toda la vida y también de recuerdos inolvidables.
La industria cinematográfica es consciente de esto, y saben explotarlo perfectamente. La emoción de ver por primera vez y de manera realista un parque lleno de dinosaurios, escuchar el “rugido” de un avión de combate y sentir la misma adrenalina que el protagonista o revivir el suspenso de esas películas de terror de los 80’s es algo indescriptible.
Y es que en los últimos años la oferta audiovisual pareciera haber regresado unas cuantas décadas para desempolvar todos los clásicos que la cultura popular ha consagrado para crear propuestas donde las referencias son el ingrediente principal de las historias que se ofrecen.
Plataformas como Netflix han aprovechado la nostalgia para producir series como “Cobra Kai” o “Stranger Things” que, a pesar de tener tramas originales, usan el ingrediente “retro” o del recuerdo como base de sus historias.
Podríamos enumerar una larga lista de series, sagas y películas que han “revivido” y se han puesto de moda por este fenómeno que no es exclusivo
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del cine, ya que se extiende a otras áreas, como la música y la moda. Esto puede debatirse y tener mil opiniones como: “las productoras carecen de ideas frescas”, “ya no hay originalidad” o “solo es mercadotecnia”.
Sin embargo, el cine no solo se trata de películas, sino que va más allá; es una experiencia en sí mismo, que involucra recuerdos, emociones y compartir con alguien más. Se trata de comentar las historias que nos emocionan y que nos hacen recordar otros tiempos. Y eso sin duda, es algo que logran estas producciones.
Independientemente de que seamos partidarios o no de este tipo de tendencias, debemos aceptar que se disfrutan mucho, porque el séptimo arte además de otorgarnos mil perspectivas del mundo, historias y reflexiones, también existe para disfrutar y divertirnos.