En estos casi dos años colaborando en este espacio, y a pesar de que el fundamento del cine y la televisión es la imagen, nunca he dedicado una edición íntegra a la cinefotografía. Puede ser porque evidentemente el cine se fundamenta en imágenes o tal vez para evitar la redundancia de este tópico. Rompiendo con esta racha, decido compartir algunos de los trabajos cinematográficos que, a título personal, cuentan con una fotografía excepcional que me ha conmovido y cautivado profundamente.

El cine mexicano ha dado cinefotógrafos excepcionales, desde Gabriel Figueroa hasta los aclamados Lubezki y Rodrigo Prieto. Pero un gran ejemplo de maestría cinematográfica nacional la podemos encontrar en el documental “El guardián de la memoria” de Marcela Arteaga con la dirección fotográfica de Axel Pedraza.

Un relato doloroso que expone una realidad que vivimos en México desde una mirada profundamente poética y con un lenguaje audiovisual que sortea el morbo al que se nos expone diariamente.

Mi gusto por el documental reside en la naturaleza misma del género, donde en muchas ocasiones las dificultades técnicas y logísticas implican la reducción del crew a su mínima expresión. Esto lo dota de un realismo inmenso y, en ocasiones, de elementos únicos imposibles de realizar con equipos de producción grandes.

Notturno” de Gianfranco Rosi es un ejemplo de esto, siendo el fotógrafo y sonidista del filme, donde narra los estragos de las guerras en medio oriente, prescindiendo casi en su totalidad del diálogo, pero otorgándonos postales impresionantes que trasmiten con fuerza excepcional lo vivido en estas latitudes.

El encanto de lo simple es irrefutable, sin embargo, disfrutar de los eventos más sencillos de la vida con el bullicio de las grandes urbes y los ritmos acelerados de nuestras rutinas, resulta complejo detenerse y reflexionar sobre los detalles que conforman nuestra cotidianidad.

Este es el tema de “Perfect Days” del gran Wim Wenders, que con la dirección fotográfica de Franz Lustig, logran capturar una urbe tan inmensa como lo es Tokio desde la perspectiva de un hombre que labora en la limpieza de baños públicos, pero que disfruta, agradece y valora cada momento de su aparente monotonía y que, con una delicadeza magistral, llena nuestros ojos con paisajes urbanos de gran belleza.

El cine es imagen en movimiento, son historias conservadas en el tiempo para verlas cuantas veces se desee, haciendo valer la frase “una imagen vale más que mil palabras”.

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