Por Diego Enríquez
Dentro de las formas visuales expresivas y descriptivas, la fotografía se amalgama perfectamente con la arquitectura. A partir de la mirada e interpretación del fotógrafo es que es posible hacer llegar ese espacio mucho más lejos de sus obvias limitaciones físicas. Es a través de la fotografía que podemos vivir la experiencia de los espacios remotos de una forma concisa.
Comprender la espacialidad, las dimensiones y proporciones, las incidencias de la luz sobre los volúmenes y las particularidades de elementos, materiales, texturas y componentes del propio discurso de la obra arquitectónica.
Una imagen puede remitir, más allá de lo inmediato, lo que se comprende a través de lo visual, cobra fuerza a través de lo que se interpreta, lo que puede llegar a ser captado a través de lo vivencial, sentimental.
El espacio es una constante dentro de las formas narrativas. Espacio y tiempo como puntos fundamentales en la narrativa cinematográfica. Sin lugar no existe la acción. Aunque ello no significa que los lugares y su arquitectura se presenten en sí mismos como el simple soporte en el cual suceden los aspectos narrativos, sino que se convierten en el sustento de la historia y en muchas ocasiones, en personajes en sí mismos.
La cinematografía a lo largo de su historia, ha formulado conceptos naturalmente visuales que emanan de otras formas artísticas que a su vez nutren a la arquitectura propia.