Genio y locura en el cine

Por Diego Enríquez

Woody Allen, a sus 83 años de edad y un total de 45 películas producidas desde 1969, ha usado al cine, desde sus inicios como cineasta, como una parte crucial de su psicoanálisis. Me atrevo a afirmar que todas sus películas están centradas en personajes de salud mental cuestionable.

Su recorrido por el cine termina siendo un recorrido autobiográfico, la mayor parte de sus personajes son un desdoblamiento de sí mismo.

Annie Hall (1977), el personaje nos habla sobre el propio autor desde su infancia y hace recorridos hacia su pasado. En otras de sus obras sus personajes se autocuestionan a través del psicoanálisis.

Crímenes y Pecados (1989) una comedia dramática con un guión basado directamente en Crimen y Castigo de Dostoievski, con una trama que gira alrededor de los personajes, sus decisiones y las repercusiones morales de las mismas en su psique.

Matchpoint (2005) retoma a Dostoievski bajo un tanto más obscuro en la cumbre de sus obras contemporáneas realizadas en Europa, agregando un factor decisivo a la trama: el azar como determinante en la consecuencia de la historia.

Irrational Man (2015), una comedia obscura con la brillante actuación de Joaquin Phoenix como un profesor de filosofía abatido por la depresión que encuentra la felicidad a través de planear y ejecutar un asesinato, retomando los cuestionamientos morales sobre él.

La gran Blue Jasmine (2013) que le valió el Oscar como mejor actriz a Kate Blanchett (y regresamos al tema de un personaje con una fragmentada salud mental), ligera, asimilable y dentro del catálogo de Netflix.

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