¿Te imaginas que tu única salida de los domingos sea ir al cementerio a visitar a tus parientes fallecidos? Pues eso es lo que hacían las familias parisinas en el siglo XIX, por lo que no sorprende que un visionario como el señor Aristide Boucicaut decidiera crear un lugar donde, además de pasear entre pasillos decorados, se pudiera comprar en diversas tiendas.
Fue en París en el año 1852, que Boucicaut encargara al ingeniero Gustave Eiffel construir un espacio con estructuras metálicas con enormes vidrieras, al que llamó “Le Bon Marché”. Y tal vez no lo sabía, ni lo intuía, pero estaba creando el primer gran centro comercial que revolucionó el concepto de las compras.
Aristide tenía muy claro que los clientes debían tener el tiempo suficiente para dedicarse a recorrer los cinco pisos del almacén, además de contar con el poder adquisitivo para gastar cantidades importantes. Es así, que dirigió toda su mercadotecnia hacia el sector de la sociedad que reunía estas características: las mujeres.