Como profesor universitario de Ciencias de la Comunicación en materias de lenguaje audiovisual y cine, en cada generación encuentro buenos porcentajes de alumnos que están interesados en su formación profesional en áreas relacionadas a la fotografía, producción audiovisual y cinematografía.

En las más recientes generaciones, ser youtuber o influencer, es otra de las grandes aspiraciones. Ser un medio de comunicación propia. En un sentido académico, dentro del aula, mi responsabilidad es la de alentar las aspiraciones a través del fortalecimiento de ciertas habilidades técnicas, pero sobre todo, de análisis y de pensamiento narrativo.

Como emprendedor, el panorama de ser fotógrafo, realizador audiovisual, o cineasta, debo decir que es más hostil de lo que pudiera parecer en el mundo idílico de la idea de emprender. Aunque en ningún momento diría que es algo imposible, y mucho menos aburrido.

Para empezar, el emprendimiento en áreas visuales es un camino que debe ir siempre enlazado con un enorme impulso al constante crecimiento profesio-

nal. El viejo adagio repetido ad-nauseam que reza que “nunca se deja de aprender”, termina siendo una verdad constante e inamovible.

Tener buenas herramientas, cámaras, luces y equipos de edición, son siempre de gran ayuda al emprender, pero en sí mismos no llevarán a ninguna parte sin el desarrollo creativo. Buena parte del camino implica recorrer cientos de páginas de libros especializados, de ver miles de fotografías y horas de películas, “curtir el ojo, decimos los fotógrafos”.

Y más que nada, hacer y experimentar, ya que incluso ante la agobiante maraña de vericuetos administrativos, fiscales y en la ruda y competida cacería por los clientes, jamás se debe perder la brújula de lo que llevó en primer lugar a la idea de emprender: contar historias.

Comparte: