La música, ese arte que nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales, siempre ha sido objeto de reflexión y debate. Desde nuestras preferencias personales hasta las tendencias de moda, la música es el reflejo de una sociedad que cambia día con día y que, con el paso de los años, se convierte en parte de una tradición. Los éxitos del momento del ayer van evolucionando, igual que la humanidad misma sin perder la esencia que los caracteriza.
Es en este recorrido, que es inevitable detenernos en la música mexicana y latina, que han experimentado transformaciones increíbles en los últimos años. La fusión de géneros ha dado lugar a una nueva música que redefine los límites de lo que consideramos tradicional, es decir, la música de antaño se reinventa para adaptarse a los tiempos modernos.
La sorpresa es que todo es cíclico y los expertos musicales nos dicen que las grandes canciones con las voces y nuevos sonidos solo se transforman para no desaparecer y convertirse en música “actual”. Los ritmos urbanos dominan las listas de éxitos, pero los expertos predicen un resurgimiento de géneros más tradicionales como el rock, el pop, el folk e incluso el country. Este retorno a lo familiar nos recuerda que la música tiene una capacidad única para unir generaciones y culturas.
Poco a poco nos damos cuenta que en todas las plataformas digitales nos comienzan a mostrar ritmos o sonidos que ya habíamos escuchado. Si nos volvemos un poco analíticos, los grandes artistas de los 80 y 90 están de regreso con nuevas versiones de sus éxitos, las tendencias del pop y regional mexicano tienen una gran fuerza con una llegada muy poderosa en nuestros buscadores digitales.
En pocas palabras, la buena música con la que crecimos, sonidos más digeribles y ese sentimiento nunca desaparecerá de nuestras vidas, solo es que está en constante evolución para darnos regresos como el que estamos viviendo últimamente. La música, sin duda, es un viaje que nos conecta con nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.