Cristóbal Balenciaga, diseñador de alta costura, nació en la ciudad de Guetaria en la costa vasca. El primer acercamiento que tuvo hacia la moda fue gracias a su madre, ya que ella se dedicaba a la costura, lo cual le permitía mantener a su familia.
Con estos conocimientos y siendo apenas un adolescente, conoció a una de las personas que le cambió la vida: la Marquesa de Casa Torres, quien se convirtió en su mecenas al ver el gran talento que poseía el joven.
Este hecho le permitió trabajar en los talleres más prestigiosos de San Sebastián y así poder moldearse y conocer más sobre las clases altas y sus estilos, logrando bastante popularidad en la zona. Con esta fama alcanzada, abrió su primer taller a los 22 años junto con su hermana, teniendo gran éxito.
Hacia el año de 1937, Balenciaga, quien se encontraba exiliado en París debido al estallido de la Guerra Civil Española, abrió un atelier ahí y consolidó su éxito en España. Balenciaga pocas veces se presentó de manera pública, ya que él hablaba a través de su trabajo, de sus creaciones.
La línea de diseño que manejaba estaba inspirada en la comodidad de la mujer, dándole pureza a sus trazos y líneas, marcando así el estilo de la alta costura de la época, con las siluetas que servirían de inspiración para el “new look” de Christian Dior. Sus propuestas fueron mangas tres cuartos, faldas balón y tacones bajos.
Durante las décadas del 40 al 60, Balenciaga dominó el haute couture, y en 1968 decide retirarse, muriendo poco tiempo después en el 1972. Sus creaciones han quedado para la posterioridad. Se ha creado un museo en su honor en la ciudad donde nació y, algunas de las piezas que diseñó se encuentran exhibidas en los más importantes museos de moda y diseño del mundo.
Su filosofía era: “Un modisto debe ser arquitecto para los planos, escultor para las formas, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo en el sentido de la medida”, palabras que aplicaba en su proceso de creación y con lo cual logró ser uno de los más grandes diseñadores en el tiempo. Llegó a ser contemporáneo y gran amigo de Coco Chanel e inspiración para Dior y Givenchy, quien lo llegó a denominar como “el arquitecto de la alta costura”.
