Ser un atleta de alto rendimiento mundialmente conocido significa, casi siempre, encontrar la estabilidad económica. Las marcas, colaboraciones, presentaciones y más, que en ocasiones “diosifican” al atleta. Le brindan, como recompensa por su talento, la oportunidad de financiar sin problemas el resto de sus días. Sin embargo, esto no siempre es así, pues en muchas ocasiones, la falta de estudios, el ego, o los aires de grandeza hacen que en un parpadeo, grandes ídolos pasen del estrellato a la ruina.
El legendario boxeador Mike Tyson, considerado como el mejor boxeador de los pesos completos en toda la historia, habría sumado una fortuna a lo largo de su carrera que rondaba los 400 millones de dólares, pero en 2003 se declaró en bancarrota debido a los gastos consecuentes a sus problemas con la ley, adicciones y lujos innecesarios. Hoy, Mike Tyson se dedica al cultivo de cannabis, negocio que le permite vivir bien.
Paul Gascoigne, apodado “Gazza”, fue uno de los futbolistas ingleses más talentosos de la década de los 90 y una de las figuras más populares de la Premier League. Sin embargo, sus problemas de bipolaridad, duro carácter y adicción a las drogas, no solo lo dejó en la calle. Hoy, Gascoigne a sus 54 años trata de alinear su caótica vida, cayendo de vez en cuando en más escándalos.
Por otro lado, los Bulls de Chicago de Michael Jordan, fueron sin lugar a duda, uno de los equipos que más potencializaron a la NBA. Scottie Pippen y Denis Rodman, fueron dos legendarios jugadores que de igual manera se fueron a la quiebra alguna vez. El primero, debido a malas inversiones tras asesorarse con un tipo que lo desfalcó con más de 20 millones y el segundo, producto de su alocada vida y problemas de alcoholismo.
Son algunos de los principales ejemplos de aquello que no se debe hacer con la quincena. Tipos que dentro de sus áreas generaron respeto y admiración, pero fuera de ellas, no les habría caído mal un poco de educación financiera.