Muchos han definido al cine como “imágenes en movimiento”, lo cual desde un punto de vista personal me resulta insuficiente, ya que lo visual no es la única característica que abarca el amplio espectro de disciplinas que contiene este arte. Y a pesar de que en él convergen literatura, narrativa, actuación y diseño, la vista y la escucha son los sentidos por donde nosotros, los espectadores, lo disfrutamos.
Dentro de esta conjunción de sonidos e imágenes hay trabajos que por su balance técnico destacan de manera magistral, creando atmósferas que sin la presencia de la pista sonora quedarían desprovistas por completo de sentido, dejando al filme sin algunas de sus características representativas.
Un claro ejemplo de esto es el universo creado por George Lucas en Star Wars con el característico zumbido de los sables de luz, el silbido inconfundible de R2-D2 y los disparos poco acertados de los Stormtroopers; sin ellos esta saga perdería una parte vital de su historia y encanto.
Pero el sonido no solo es música, efectos y diálogos. También su ausencia es una herramienta que se ha usado en la cinematografía para aportar realismo a las obras. El silencio, muchas veces olvidado, es un elemento vital que, usado con maestría, puede generar algunas de las secuencias más bellas y potentes dentro del cine.
En películas como “Salvando al soldado Ryan” o “1917, el sonido se trabaja desde una perspectiva en primera persona, otorgándonos momentos de ausencia sonora, disminución y alteración de la misma, una percepción completamente inversiva de lo que un soldado pudo haber experimentado. Algo que lleva la palabra “audiovisual” a su máxima expresión.
Y si es difícil imaginar un filme actuado sin sonido, la animación sin este elemento parece casi inconcebible. En este medio, todo el universo sonoro que conforma la pista de audio es diseñada, actuada y creada desde cero. Desde los pasos de los personajes, los ambientes, diálogos, música y efectos, deben ser recopilados y puestos en su lugar; labor titánica que en películas como “Pinocchio” de Guillermo del Toro o “Spider-Man a través del Spider-Verso” son llevados a niveles técnicos y artísticos impresionantes.
El cine, a pesar haberse gestado silente, encontró en el sonido un potenciador de emociones irremplazable que al converger nos otorga un espectro infinito de posibilidades para expresar las historias que la imaginación y la realidad exigen preservar.