Cine, el único y verdadero gran influencer

Por Diego Enríquez

 En un contexto actual, en que como sociedad somos influenciables por personas con legiones de seguidores virtuales, podemos decir que contamos aún con la fortuna de tener a esa gran influencia del hombre moderno y contemporáneo, aquella pantalla que ha configurado las tendencias y aspiraciones de las personas.

 La relación entre cine y sociedad es un aspecto simbiótico: una se nutre de la otra. Y una de las grandes influencias del primer aspecto hacia el segundo (y viceversa), ha sido y seguirá siendo el crimen, gran motor de las narrativas cinematográficas casi desde sus orígenes.

Los actores de la gran pantalla fueron sin duda los primeros influencers de los medios masivos. Ya en los 60’s Francis Ford Coppola adapta el bestseller de Mario Puzo, El Padrino, marcando un hito histórico y todo un referente narrativo-cinematográfico de la mafia retratada desde adentro.

Y es que tal vez sea en el cine donde vemos el oscuro reflejo de nuestras pasiones ocultas, de nuestra ira, de nuestras ganas irrealizables de asfixiar con una cuerda a quien traicionó tu confianza.

Cineastas como Martin Scorsese ha dedicado prácticamente toda su carrera al discurso del crimen a través de distintas miradas, de diversos enfoques y cuestionamientos que parten, primero desde su rígida formación católica italoamericana, y por otro lado, de los ídolos que veneraba en las pantallas de las salas de cine.

Vivir el crimen y redimirse al relatarlo, como cuenta en su adaptación de Goodfellas, abriendo con las palabras en primera persona de Henry Hill, el personaje principal, “hasta donde puedo recordar, siempre quise ser un gángster”, mismas palabras que bien pudieron ser suyas, bajo la influencia de la pantalla.

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