Ante un espejo, no hay mentiras, no existen velos que cubran las verdades de quien habita en nuestra propia mente, en nuestra memoria, en nuestra mirada; inclusive en nuestro cuerpo físico.
El artista se desnuda, se devela ante el espectador a través del autorretrato y lo hace a veces para retar a quien está mirando, pero la mayoría de las veces lo hace para retarse a sí mismo, para ver hasta dónde llega el atrevimiento de presentarse así; desnudo, vulnerable, provocador.
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La historia del autorretrato comienza con la humanidad misma, aunque algunos estudiosos lo ubican durante la Edad Media y el Renacimiento europeo de la mano de Leonardo da Vinci. Sin embargo, vamos a saltarnos siglos y siglos de historia para concentrarnos en los autorretratos de este siglo XXI que, a pesar de ser tan joven, nos ha traído tantas experiencias.
Desde luego, no podemos empezar esta historia sin mencionar las famosas selfies. Ahora, con la tecnología, el trabajo dejó de ser exclusivo de un artista, ya que con el simple hecho de tener un teléfono celular, sin importar el lugar, el enfoque o las circunstancias, cualquier persona puede captar su propia imagen.
Cindy Sherman, desde hace más de 40 años, utiliza la fotografía y la pintura (digital o manual) para mostrarnos un mundo guiado por su crítica al machismo, a los excesos… exceso de filtros, de maquillaje, de juventud. La llamada por algunos estudiosos la postfotografía.
Aunque no es un autorretrato propiamente dicho, la búsqueda de “el hermano gemelo en la historia del arte”, ha sido una corriente que se ha puesto de moda en las principales ciudades del mundo, donde la “gente común” se identifica con la obra de un artista como si fuera un retrato de sí mismo. Inclusive existe ya, una aplicación en Google que encuentra a tu gemelo en el arte.
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Te dejamos algunos links para que conozcas ejemplos sobre estas corrientes y los artistas.