A veces pensamos que solo en Europa o Estados Unidos se puede relacionar el arte con la mercadotecnia; que el artista solo puede vender su obra original en galerías de arte o que únicamente Andy Warhol, Dalí y Jeff Koons han sabido hacer mercadotecnia con su obra, trabajando de la mano de firmas internacionales de moda, diseño y publicidad.

Sin embargo, en México tenemos un claro ejemplo de cómo el arte puede llegar a la sociedad en su totalidad en un artículo como una caja de cerillos… ¿cerillos y arte?, ¡vaya combinación!

El maestro morelense Jorge Cázares, quien estudió en el Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca, plasmó gran parte de su obra en el reverso de los cerillos Clásicos La Central, donde se podían apreciar un sinfín de paisajes mexicanos, el trabajo humano y la historia, principales temas.

Aunque Cázares ya gozaba del reconocimiento como uno de los mejores exponentes del paisajismo en nuestro país, este singular objeto cotidiano
que se convirtió en su lienzo, formó gran parte de su trayectoria artística, conocida además en más de 200 exposiciones alrededor del mundo, como Sudamérica, Estados Unidos, Europa y Australia.

En enero de este año el maestro Cázares murió a la edad de 82 años, pero nos ha dejó uno de los legados artísticos mexicanos más difundidos en el mundo. Su obra es un claro ejemplo de que el arte y la mercadotecnia nunca están peleados, sino que se complementan y hasta se necesitan.

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