El cine ha sido, desde su concepción, un fenómeno de entretenimiento que ha acaparado las miradas de grandes audiencias a lo largo y ancho del mundo.
Hoy no podemos imaginar nuestra vida cotidiana sin la presencia del cine. Actualmente, como se ha abordado a lo largo de esta entrega mensual, el cine se ha transformado, ha mutado de acuerdo a sus públicos y a sus hábitos de consumo, a la vez que sus formatos y soportes físicos cada vez son más inmediatos, portátiles.
Como medio de expresión artística y de entretenimiento, hoy piezas adaptadas de universos de las novelas gráficas de Marvel y DC acaparan cientos de miles de salas de proyección en todo el mundo. El gran Martin Scorsese, en medio de cierta polémica, ya se pronunció en contra de estas formas de productos de entretenimiento, haciendo un paralelismo entre tales cintas y los parques de diversiones: no existe nada nuevo más allá de la diversión por sí misma. De alguna forma, han dejado de explorar lo que la cinematografía significó en sus inicios. Pero, por otra parte, esto no significa que toda la esperanza por el futuro de la evolución narrativa en el cine esté del todo perdida.
En nuestro país, por ejemplo, la Cineteca Nacional, más allá de sus muros, promueve la distribución de obras nacionales e internacionales que tal vez nunca tuvieran la oportunidad de ser proyectadas en una pantalla grande. Netflix, si bien se ha convertido en el avasallador fenómeno del cine y la TV en streaming, no significa tampoco que sea la única plataforma disponible.
Mubi, por ejemplo, es un proyecto que hace una magnífica labor en curar películas y estructurar ciclos temáticos con la finalidad de difundir y preservar la obra de cineastas clásicos, de culto, consagrados o hasta independientes y emergentes.
Otras plataformas como Filmin Latino, que en nuestro país es en parte soportadas económicamente por la Secretaría de Cultura a través de IMCINE, abre ventanas a cineastas nacionales a públicos a los sin tener la posibilidad de asistir a festivales de cine, o de internarse dentro de los muros de la propia Cineteca Nacional, por ejemplo. El punto es, como siempre en nuestro hiperconectado mundo contemporáneo, las opciones de entretenimiento a través del cine, están a nuestro alcance, y somos nosotros mismos los únicos responsables de la calidad del contenido que consumimos.