Impacto en la infraestructura cultural y de transporte
En el mundo maya, el universo es un tejido vivo donde la tierra, el cielo y lo sagrado forman parte de un mismo ciclo. La ceiba, el Árbol del Mundo, une esas dimensiones y recuerda que todo existe en equilibrio. Hoy, esa filosofía ancestral es la base para resignificar al sureste de México: el Tren Maya.
Este sistema integral de movilidad y cultura, sus estaciones y museos de sitio se han convertido en una ruta cultural contemporánea donde la arquitectura retoma símbolos ancestrales y los reinterpreta. Su construcción no solo ha detonado empleos, capacitación y oportunidades para las comunidades de la periferia, pues el equipamiento cultural del tren maya se ha convertido en motores de orgullo.
Cada estación logra la accesibilidad a las profundidades del universo maya con su arquitectura de vanguardia. En Chichén Itzá, Ana Elena GayAranda diseñó un edificio donde la serpiente que baja del universo al modo de Kukulkán, recobrando el misterio simbólico.
En Palenque, Gabriela Bojalil retoma en su arquitectura la máscara de Pakal y recubre en mosaicos verdes y celosías que reflejan la crestería maya el sonido y misterio maya; en Cancún, Enrique Nortern de TEN Arquitectos, levantó un conjunto monumental que integra cultura, turismo y negocios como un hito más del Caribe.
En otras estaciones se mezclan los conceptos de sostenibilidad, tradición e innovación. En Valladolid, PLUG Architecture junto con David Sosa Solís y Román Cordero Tovar transformaron la estación en un espacio público: las pérgolas se hacen con los antiguos rieles, ecotecnias, arquitectura del paisaje, haciendo énfasis en la vida comunitaria.
En Tulum, Aidia Studio y Studio Uno Arquitectura implementaron un sistema de enfriamientos pasivos en una cubierta que moviliza el aire caliente a través de la brisa marina, desarrollando sistemas tablerados al estilo maya en forma de celosías que configuran el uso del misterio a través de la luz.
El corazón del Tren Maya se da a través del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), donde experiencias y vida cultural hacen que el turista replantee la experiencia del caribe mexicano. En Kabah, el Museo Arqueológico del Puuc de Úrsula Schwuchow y Daniel Filloy, dialoga con el patrimonio natural salvaguardando la estela 18 de Uxmal, además del Museo de Chichén Itzá, reconstruyendo una historia de astronomía y batallas del mundo maya.
Dicho corredor sitúa la costa oriental con Tulum que marca una línea cronológica del pasado maya al mundo actual; en Palenque, el Museo de Sitio se resignifica haciendo énfasis en la grandeza de Lakamha’ con la vida cultural de Chiapas; en Calakmul, la Gran Acrópolis se reabre, es ahí donde os estilos Puuc, Chenes, Río Bec, y Petén, reaparecen entre el dios Chac.
De tal modo que la línea arquitectónica de los equipamientos mayas denota la integración con el paisaje, ventilación natural, materiales milenarios y una visión museográfico participativa. Espacios de cuidado para apreciar el valor cultural maya y hacer reflexionar sobre la relación entre patrimonio, cultura y comunidad.
El Tren Maya es un proyecto cultural que vincula y arraiga la cosmovisión maya y su misterio con la cultura e identidad de estos tiempos dentro de una narrativa viva que es necesario ser contada a través de una arquitectura de vanguardia, tendiendo puentes entre pasado y futuro cultural, dando énfasis a la movilidad como soporte de un proceso educativo y formativo cultural de una civilización profunda y avanzada: la civilización maya.