Coordinador regional de la CONCAMÍN Bajío, busca seguir generando oportunidades de negocio para el desarrollo económico y social.

Nacido en la ciudad de León y criado en el seno de una familia numerosa, desde temprana edad se involucró en distintos oficios que le enseñaron el valor del trabajo y la responsabilidad. Y aunque comenzó a laborar desde muy joven, fue ya casado que decidió estudiar una carrera técnica en Curtiduría, lo que lo llevó a administrar su propio negocio desde cero y consolidar una destacada trayectoria. En 2001 deja la industria para incursionar en la construcción de vivienda, sector en el que se ha desarrollado hasta el día de hoy.

Su papel en el mundo empresarial ha sido de suma importancia, ya que ha formado parte de distintas instituciones, siendo una figura reconocida a nivel nacional por la inigualable visión que tiene para los negocios. Con un gran compromiso, en la actualidad es el coordinador regional de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN) Bajío.

Cuéntanos, Ismael, ¿cómo fue tu infancia?

Somos 10 hermanos. Mi infancia fue bonita, la verdad. Vivíamos en la colonia Industrial y veníamos de una familia de clase media y con muchos primos hermanos. Imagínate, somos más de 150, somos demasiados, pero tuve una infancia bonita, sin carencias, pero tampoco sin ningún lujo. Siempre tuvimos lo esencial.

¿En qué momento sentiste que tu lugar estaba en la curtiduría?

Desde joven, estuve trabajando en tornos, vinícolas, abarrotes, vendiendo libros, haciendo cepillos y más. A los 18 años trabajé como obrero con un amigo y luego con el Chato Torres, lo que me permitió adentrarme más en este sector. Tiempo después y con la ayuda de mi mamá, pude obtener un crédito para poner mi propio negocio. Fui el empresario, el administrador, el vendedor y el obrero, es decir, tuve que hacerla de todólogo.

¿Cómo se dio el cambio de giro comercial hacia el nicho de viviendas?

Estuve en el gremio de la curtiduría durante 25 años. Cuando decido cambiar de giro y comenzar en el sector inmobiliario fue porque, en ese momento, ya había mos tenido una experiencia bastante interesante con el futbol, donde yo era el presidente del Club Unión de Curtidores y Valente Aguirre del Club León. Cuando el gobierno nos obligó a vender los clubes, con el recurso que se obtuvo de la venta se firmó la empresa VGI.

La experiencia que teníamos como empresarios, sumada al boom inmobiliario que se vivió durante el gobierno del entonces presidente Vicente Fox, fueron los elementos clave que facilitaron nuestra incursión en el sector y todo esto terminó siendo un éxito.

En aquel entonces, los proyectos que se desarrollaban eran muy básicos, por lo que nosotros comenzamos a hacer algo totalmente diferente. De ahí nació el proyecto Brisas del Carmen que, con mil 615 viviendas, marcó una diferencia muy importante en la ciudad. Y de ahí, se vinieron otros proyectos interesantes.

En tu opinión, ¿qué tipo de recursos consideras necesarios para la innovación y desarrollo empresarial de León?

Lo que necesitamos en León es un respaldo firme del gobierno en términos de apoyos financieros, pero que sean realmente útiles. Los créditos a tasas bajas, como los que se ofrecieron en Fondos Guanajuato, fueron un buen ejemplo de cómo se puede hacer una diferencia. Hay que ofrecer recursos accesibles, sin complicaciones y que sean específicos para la innovación y el desarrollo tecnológico.

¿Cuáles considerarías que son las herramientas indispensables que debe tener un empresario?

Constancia, ya que sin ella es difícil crecer. Aunque haya algunas adversidades, debes continuar sin dudar. Lo segundo sería trabajar con mucho empeño para alcanzar lo que quieres, no olvides que sin esfuerzo no se logra. Finalmente, lo tercero sería desarrollar la capacidad de ser resilientes y aguantar los golpes que da la vida, son inevitables. Si no logras saltar los obstáculos, te quedarás ahí.

“Para alcanzar el éxito debes trabajar arduamente y afrontar los problemas con resiliencia”